España se descompone en 17 taifas mayores, o CCAA, además de las dos ciudades autónomas, y 8.115 municipios, o taifas de inferior escala, de los cuales 6.799 censan menos de 5.000 habitantes; el resto, que suman 1.316, agrupa a los 145 grandes de la nómina, mientras que en 1.171 el padrón no llega a las 50.000 personas. Por tanto cabría, razonablemente, dadas las circunstancias, disminuir tan abultada relación, como, por ejemplo, ya ha hecho Francia, dejando el total por debajo de los 4.000 ayuntamientos. Sírvase también al tiempo de la laminación de las ya sin sentido diputaciones provinciales, pues los servicios técnicos y de asesoramiento que prestan, sobre todo a los pequeños municipios, deberían ser asumidos por las descentralizadas delegaciones regionales. Todo ello con la resultante de un considerable ahorro presupuestario, que sumado al concerniente monto global del gasto improductivo, supondría un alivio no menor de las cuentas públicas, máxime de conseguirse racionalizar el correspondiente al desbordado de las AAPP. Y si el presidente de la mayoría de las corporaciones fuese designado por los concejales electos entre los mejores gestores, como en algunos municipios de los EEUU, mejor que mejor. Unas medidas a las que se resisten numantinamente los grupos políticos y las cohortes de sus serviles pretorianos y demás adláteres, pues mucho disminuiría la posibilidad de colocar en sinecuras varias a los tantos ficticios asesores, nulos consejeros y otros especímenes políticos y similares advenedizos de la cosa pública.

* Doctor ingeniero agrónomo.

Licenciado en Derecho