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Opinión

MANUEL Villegas

La gran estafa

Ha habido varias películas estadounidenses con este título, estrenadas en casi todo el mundo. Si mal no recuerdo son de los años 2001, 2006 y 2015. El tema de todas ellas es, a grandes rasgos, de estafas que llevan a cabo ladrones de guante blanco que con su facundia, dotes de persuasión, capacidad de enredo y bastante malicia, llevan a cabo grandes fraudes de los que, a pesar de la Justicia, escapan indemnes.

Nosotros, los españoles, mejor dicho nuestros políticos y hombres de negocios, también son especialistas en llevar a cabo grandes estafas de las que con bastante asiduidad se libran lo mismo unos que otros. Es una vergüenza que en España haya, tantísimos casos de corrupción y malversación de fondos públicos. Los asuntos son numerosísimos y en ellos se ven inmersos integrantes de todos los partidos políticos, al igual que dirigentes de bancos, empresas y muchos más, mas no es cosa ahora de hablar de ellos. Sería una pesadez, pero lo que a todos nos duele es que, habiéndonos estafado apoderándose del dinero público, que es de todos, no lo devuelvan.

Pero hay otra estafa, ésta amparada por la Ley aunque sea un gran engaño para todos los españoles. Es la que se produce cuando escrutan las urnas después de unas elecciones.

Nos sentimos estafados y defraudados, cuando habiendo votado en comicios generales, autonómicos o municipales a un determinado partido político, sea de cualquier tendencia, color, o posición, obtiene la CONFIANZA de una mayoría de ciudadanos, aunque no la mayoría para gobernar, por esa nefasta Ley que lo consiente, y que considero que todos los españoles estamos en su contra, y concede el gobierno a determinado partido que posiblemente sea el que menos votos ha obtenido, se ha dado más de un caso, porque el resto de los que han concurrido a los elecciones, en un obsceno concubinato, hayan hecho cama redonda para desalojar de ella a los que más votos han obtenido. El resultado es la gran estafa de la que hablamos, pues quien vota a un partido, la mayoría de las veces no confiaría en otro, pero que, por ese pernicioso maridaje, observa asombrado que es el que obtiene el mandato, en contra de la voluntad del elector.

La similitud con los estafadores de películas de los que hemos mención es casi idéntica. Logran lo que desean gracias a su capacidad de enredo, facundia, dotes de persuasión y malicia intrínseca. Con la diferencia de que a los primeros los persigue la Ley, y si logra capturarlos los encarcela y a los segundos es la misma Ley quien les da la facilidad y el consentimiento para que nos estafen y escamoteen aquello por lo que nos habíamos decidido.

La gran desdicha es que seguiremos siento estafados y engañados, porque no habrá partido político que se decida a derogar tan infausta Ley, pues, llegado el momento, cualquiera se puede aprovechar de ella, aunque vaya en contra de la voluntad de los ciudadanos.

Esto se podría evitar, como se hace en otros países, con una segunda vuelta, pero España es diferente, porque nuestros políticos no respetan la voluntad popular y les importa un bledo el bienestar de los ciudadanos, sólo miran a su ombligo y los intereses de sus partidos.

* Doctor en Filosofía y Letras (Geografía e Historia)

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