A lo largo de la historia nuestra concepción del mundo, de lo importante y de lo banal, ha ido transformándose como consecuencia de acontecimientos --en su momento a lo mejor no bien reconocidos-- que han dado al traste con lo anterior, al tiempo que paso a nuevas etapas.

Si bien algunos historiadores no lo ven tan claro, en el siglo XVI tenemos un claro ejemplo: el renacimiento cultural, artístico o social, dio pie a una concepción del universo diferente, que aunque realmente no fuera reconocida como tal por sus coetáneos, supuso un cambio en el "centro de gravedad" y dicen que pasamos de un teocentrismo (Dios en el centro) a un antropocentrismo que situó al ser humano en el centro, alrededor del cual todo debe girar en búsqueda de su máximo desarrollo y bienestar.

En varias ocasiones he podido leer o escuchar en periódicos y tertulias varias el aviso de que en la actualidad estamos ante un nuevo e importante cambio en nuestra concepción del mundo y de las cosas; un cambio "de ciclo" motivado por una crisis profunda en su más amplio sentido. La crisis, sea del tipo que sea, nos zarandea --y de qué manera--... Tres giros a la derecha, cuatro a la izquierda, un empujón por la espalda y listo: un nuevo punto de vista, un nuevo centro de gravedad, que no necesariamente tiene que ser peor que el que teníamos antes.

El mundo de la Sanidad no es ajeno a los zarandeos de esta crisis. Justo es reconocerlo en ciernes de la, no sé si bien llamada "recuperación" económica. Nos tocó y nos sigue tocando como a muchos colectivos, "trabajar más y cobrar menos" y lo asumimos porque no hay nada más que mirar a nuestro alrededor.

Con lo que no contaba --tengo que reconocer que a mí me ha pillado a contrapié--, es que saliéramos con el centro de gravedad cambiado --¡y hasta qué punto...!--

Un sistema sanitario (público o privado, a estos efectos da igual), caracterizado por tener a la persona enferma en su centro de gravedad, ha sido agitado, sacudido, zamarreado desde lo más profundo, para abrir paso a un nuevo centro de gravedad, la gestión.

Un nuevo inquilino ocupa ahora el centro de gravedad en la sanidad, la gestión. Y no digo la eficiencia, sino "la gestión" pura y dura; más aún: la presión por la gestión. Una herramienta considerada un medio útil en la asunción de responsabilidades y por qué no también, para el reparto eficiente de recursos, que hemos descubierto limitados, pasa a ser un fin en sí misma, una protagonista principal. Todo y todos, hospitales, sanitarios y enfermos giramos en torno a la gestión, si la gestión va bien todo va bien, objetivo conseguido.

¡Premio al que mejor gestione, y doble premio si gestionas y además ahorras!

Tengo que reconocer que personalmente el resultado final de este nuevo zarandeo a mí no me gusta; No estudié en un business center y me descubro incapaz de prever el resultado final y el destino de este nuevo camino; quizás una gestión sana y feliz...

Como dijo el ciego: Ya veremos...

* Médico