Entre mis libros recomendados siempre está Juan de Mairena , la obra que Antonio Machado dedicó a ese profesor apócrifo, en la cual este a su vez hace referencia a su maestro Abel Martín. Según sus palabras, Machado empezó a concebir a aquel profesor de Retórica en Segovia, y de él dirá en 1938: "Juan de Mairena es un filósofo amable, un poco poeta y un poco escéptico, que tiene para todas las debilidades humanas una benévola sonrisa de comprensión e indulgencia", y Pablo del Barco explica que Machado "por boca de Mairena nos dio una nada desdeñable teoría sobre la creación poética, al tiempo que nos planteaba, en diálogo abierto, las dudas del hombre sobre el hombre". Comenzó a darlo a conocer en la prensa, primero en el Diario de Madrid , luego en El Sol , y como libro apareció con el subtítulo de Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo . La edición que he manejado, anotado y subrayado es la que realizó Alianza Editorial en 1981 (luego adquirí otras), y con frecuencia recurro a ella, no solo para citarlo, sino por el placer de releer un texto en el que suelo encontrar algo nuevo, como ocurre con las grandes obras.

Por ello, entre las noticias que he leído en este mes de abril relacionadas con el libro, ninguna tan grata como que la UNIA ha realizado una edición facsímil de la primera, realizada por Espasa Calpe en 1936. Hay discrepancias acerca de si apareció antes o después del golpe militar de julio, lo que sí está claro es que el comienzo de la guerra dificultó la difusión de la obra, y que Machado continuará su relación con el profesor apócrifo en la revista Hora de España , al menos hasta 1938. Después de su muerte, las primeras ediciones aparecieron tanto en México por la editorial Séneca, dentro de sus Obras Completas , como en Buenos Aires por la editorial Losada. La primera antología, que no he visto citada en distintas bibliografías, la publicó la revista Las Españas , en México en 1948, en un suplemento que recogía el homenaje que se le tributó ese año por parte de un grupo de exiliados, con las intervenciones de Manuel Andújar, Mariano Granados y Luis Santullano. Además, añadía unas anotaciones de Machado, de agosto de 1936, dedicadas a los milicianos de Madrid, a los cuales compara con don Rodrigo, el Cid, para recordar que "en el juicio de Dios, que hoy, como entonces, tiene lugar a orillas del Tajo, triunfarán otra vez los mejores. O habrá que faltarle al respeto a la misma divinidad".

Las Españas le había tributado otro homenaje el año anterior en el aniversario de su muerte, pero entonces las palabras de los intervinientes se recogieron en un número de la revista. Algún día hablaré más detenidamente de esta publicación, nacida en 1946, por iniciativa de Manuel Andújar y José Ramón Arana, con Anselmo Carretero como secretario, y en cuya nómina de colaboradores hallamos a Rafael Altamira, Marcel Bataillon, María Enciso, José M. Gallegos Rocafull, Juan Marichal, Margarita Nelken, Juan Rejano, Luis Santullano y María Zambrano, entre otros. Se mantuvo hasta 1950, un total de catorce números con los que intentaron acercar el mundo del exilio a la España franquista. La revista fue un verdadero homenaje a España, a su diversidad y a su pluralidad. Se consideraba una revista literaria, "pero literaria de esta hora dramática, decisiva, de esta hora española, en que todo puede y debe ser un arma contra los verdugos de la patria". Además, la revista es una prueba del amor a España de los exiliados, aquellos que mantuvieron viva la esperanza de que algún día se restablecería en España un sistema democrático y con los cuales tenemos una hoy deuda impagable cuantos, tras faltarle el respeto a la divinidad, al fin nos hemos visto libres de los verdugos de España (al menos por ahora).

* Historiador