Sin duda el más conocido, el más bravo alcalde en defensa de la Mezquita, sigue siendo considerado el corregidor Luis Messía de la Cerda, quien apechó en 1523 con la excomunión, que entonces no era la broma que pudiera ser hoy. Se enfrentó al obispo Manrique, que no obstante proclamarse la Iglesia Católica como la conservadora de la Mezquita, proyectó el mayor destrozo que el monumento ha sufrido en su larga historia: demolición parcial para la construcción del actual crucero. De la Cerda, como es bien sabido, mandó pregonar "el mandamiento de la ciudad de Córdoba, prohibiendo a los albañiles, canteros, carpinteros y peones que trabajasen en la Iglesia Mayor -el Crucero- bajo pena de muerte"... "Esto porque la obra que se deshace no se podrá volver a hacer en la bondad y perfección que está hecha". La sensibilidad y la cultura, frente a la agresividad religiosa, como tantas veces. Sensibilidad que tuvieron Carlos V y Felipe II cuando lamentaron el daño hecho al monumento inigualable. Lamentos que en el caso del primero --autorizante de la destrucción-- eran un mea culpa .

Varios siglos después, en el año 2015, cinco exalcaldes reclaman la titularidad pública de la Mezquita: Julio Anguita, Rosa Aguilar, Herminio Trigo, Manuel Pérez y Andrés Ocaña. Todos los que compartimos la razón de la reclamación solo queremos salvar la integridad y la pureza histórica del monumento, sin que nada tenga que ver la religión en ello. Solo queremos que se devuelva al César lo que es del César, y damos por supuesto que el Papa Francisco, de estar enterado, estaría de acuerdo en refrenar la pasión recaudatoria y la voracidad inmobiliaria que dominan al cabildo eclesiástico, y que lidera el obispo Demetrio.

El también exalcalde Rafael Merino, guarda un silencio que pudiera calificarse de prudente, y nuestro regidor actual, José Antonio Nieto, no puede evitar que la estrategia electoral de su partido --retener los votos de ultraconservadores y retrógrados-- le lleve bajo palio. No se puede servir a dos señores encontrados: el cabildo y la ciudad de Córdoba.

Naturalmente en el lapso que media entre los siglos XVI y XXI ha habido otros buenos alcaldes que han hecho mucho y bien por la Mezquita. Poco, casi nada, se ha hablado o escrito en relación al tema sobre el último alcalde de la dictadura y primero de la democracia, Antonio Alarcón, que lo era cuando asumí la delegación provincial del recién creado Ministerio de Cultura (1978). Y sin embargo este alcalde, que sucedió a Antonio Cruz Conde y que es recordado primordialmente como bodeguero y persona muy activa en las fiestas populares, fue decididamente el adalid del movimiento que llevó a la consecución para la Mezquita de la alta designación de Patrimonio de la Humanidad.

Afortunadamente los documentos complementan y corrigen lo recordado, porque la memoria es frágil y la colectiva fácilmente manipulable. Tengo ante mí el libro La Mezquita empeño universal editado por el servicio municipal de publicaciones en 1972, que se completó en 1976 con el también libro municipal La Mezquita-Catedral del Córdoba y el Icomos encargado a Manuel Nieto Cumplido.

Pero centrémonos hoy en el primero de los libros citados, dejando para otros artículos la glosa del segundo. La decidida y decisiva voluntad del alcalde Antonio Alarcón se percibe desde el primer párrafo del prólogo: "Esta alcaldía de Córdoba, al tener noticias de que en el seno de la Unesco se albergaban propósitos de tutelar la conservación de obras histórico-artísticas con la declaración en cada país de un monumento internacional , propuso a la Corporación Municipal se interesara del citado organismo la calificación de monumento internacional para nuestra Mezquita, lo que la pondría a recaudo de cualquier veleidad arquitectónica". Curiosa e interesante previsión ésta última.

Vamos seguidamente a transcribir, por instructivos, los dos primeros apartados del acuerdo adoptado el 31 de julio de 1972, al aceptar la corporación municipal la propuesta del alcalde:

"1º Que el cabildo municipal se reafirma en la preocupación por la conservación de la Mezquita, que a lo largo de la historia han mantenido vigente las Corporaciones que le precedieron.

2º Que se ratifique la invitación de la Alcaldía a los miembros del Conseil International des Monuments et des Sites para que visiten nuestra ciudad, al objeto de llevar a cabo sobre el terreno los estudios encaminados a la conservación de la Mezquita en toda su pureza".

Ya sabemos y recordaremos como la visita se hizo, y como la Mezquita obtuvo la designación que unos imprudentes temerarios de hoy tratan de empalidecer y ponen en peligro. Para impedirlo está la Historia. Y estamos los que la defendemos.

* Escritor y abogado