Más de 1.500 personas han muerto en aguas del Mediterráneo en lo que va de año mientras intentaban alcanzar tierra europea. Solo en la última semana han sido unas 1.100, contando a las casi 700 que fallecieron ayer en la que es la mayor tragedia de este tipo jamás acontecida en la gran frontera sur de la UE. El "basta ya" que numerosos dirigentes de la UE y de países miembros emitieron ayer suena a macabra melodía conocida. Las lamentaciones van por un lado y los hechos por el otro: la operación Tritón, iniciativa de la Agencia Europea de Fronteras, es un dispositivo de control de fronteras (no de salvamento) con una escasísima dotación presupuestaria, pocos barcos y aviones y que actúa en un radio de acción que es insuficiente. Urge dotar de mayor eficacia al dispositivo. Los países del sur europeo llevan tiempo exigiendo más ayuda e implicación a los socios del norte, que actúan con la miopía de pensar que lo que sucede en el Mediterráneo no va con ellos. La política europea se centra en el control de las fronteras, en las exigencias de responsabilidad a los países de origen y la reducción del problema a una lucha contra las mafias. Todo ello necesario, y debe reforzarse, pero se obvia que la peor mafia y el mejor efecto llamada son la guerra, el hambre y el terrorismo de Al Qaeda y el Estado Islámico, solo por citar tres causas en las que Europa algo tiene que ver. ¿Qué dice del ideal europeo de civilización y democracia esta Europa--fortaleza insensible e indiferente a la fosa común en que se ha convertido el Mediterráneo?