El pasado 13 de marzo inauguramos la decimocuarta edición de la Bienal de Fotografía de Córdoba, un evento que, al decir de Gervasio Sánchez durante el acto inaugural celebrado en la Sala Vimcorsa, es un referente de la fotografía en España. Una opinión, la del extraordinario fotógrafo nacido en Córdoba y de fama internacional, que es compartida ampliamente por muchos autores, críticos y expertos. De ahí que sea obligado recordar, de entrada, que son más de tres décadas las que lleva el Ayuntamiento de Córdoba configurando un proyecto cultural en torno a la fotografía, fundamentalmente a través del prestigioso Premio Mezquita y de las bienales.

En efecto, desde que en 1985 se presentara la primera edición de la Bienal de Fotografía de Córdoba hasta hoy, han sido más de doscientas las exposiciones que han pasado por nuestra ciudad en las bienales celebradas, además de numerosas conferencias y mesas redondas (donde han participado los más influyentes historiadores, investigadores, editores y coleccionistas), talleres, presentaciones de libros, concursos y otras actividades complementarias. Se trata, pues, de un proyecto colectivo en el que las distintas corporaciones municipales habidas en este tiempo han trabajado con ilusión y determinación (siempre con la estimable colaboración de Afoco y de otras entidades públicas y privadas), con vistas a situar a Córdoba como referencia en la escena de la fotografía española. Algo a lo que contribuyen de manera decisiva los muchos y magníficos autores que la ciudad históricamente ha dado.

En esta edición, que cuenta con una veintena de exposiciones (seis de ellas en la sección oficial) y un buen ramillete de actividades complementarias, se ha pretendido rendir un homenaje a la propia fotografía (en 2014 se celebró el 175 aniversario de su nacimiento), entendida como memoria visual de su tiempo y como práctica artística. Casi dos siglos de historia, en cuyo devenir es esencial el vínculo que la une al desarrollo de su propia tecnología, de forma que la convierte en un medio sumamente dinámico. De ahí que en la configuración de esta bienal haya, además de un componente de celebración, una voluntad prospectiva. Así, la horquilla temporal de las obras expuestas rebasa la centuria, con piezas que van desde el último tercio del siglo XIX a 2014, de suerte que puede componerse una visión heterogénea de un arte con una gran capacidad de conquista de nuevas técnicas, pero también de nuevos territorios, evolucionando desde los ámbitos amateur, doméstico o el experimental, hasta el de los medios de comunicación de masas, en especial la prensa, y más recientemente, el mundo del arte.

Desde los primeros formatos y soportes que utilizaban los aficionados hace más de un siglo hasta la visualidad actual, que comprende también las imágenes en movimiento, como la videoinstalación, o las generadas por las más modernas tecnologías, es fascinante comprobar la evolución habida en la manera de captar la imagen, algo que podemos decir ha marcado incluso nuestra historia. Y es esa vitalidad en el desarrollo de esta forma de expresión la que confiere un hilo conductor a una muestra que trata de representar una cartografía plural del medio. Así, disfrutaremos con las vetustas imágenes que captaron los viajeros románticos de la centuria decimonónica, a través de la Colección Fernández Rivero; nos acercaremos a la visión tantas veces desgarradora de Gervasio Sánchez o a las interesantes propuestas de Dionisio González. Recordaremos el boom de la Polaroid. Y también admiraremos el arte de Sebastiào Salgado o los nuevos lenguajes de Kimsooja. Todo ello, además de una sección paralela verdaderamente espléndida y muy diversa en propuestas, o esa sección libre que nos brindan distintas salas de la ciudad.

Ciertamente, la fotografía vive un momento apasionante. Es un momento fértil en el que se consagran nuevas técnicas y conceptos de lo fotográfico al tiempo que se reivindican viejos estilos. Tiempos de redefinición a los que hemos de estar atentos. En definitiva, como también dijo Gervasio Sánchez, todas las imágenes pueden ser interesantes, si tienen la suficiente calidad y capacidad de emocionarnos. Es ése el espíritu que hemos tratado de imprimir a la edición actual de la Bienal y también el que esperamos del futuro. Por todo ello, muchas gracias a todos cuantos lo hacen posible.

* Teniente de alcalde de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba