Para muchos candidatos su cuento de hadas se ha convertido en un puñado de sinsabores. Las máscaras de la jovialidad por el triunfo no alcanzado se ha resquebrajado. Los perdedores se sienten reventados,como hechos de papel mojado,y apenas pueden respirar porque les han robado la máquina del corazón. Junto a los que han cosechado desalientos están quienes han cosechado alegrías. Unos y otros caminarán por los pasillos del Parlamento Andaluz como si pisaran cáscaras de huevo.

Andalucía no tendrá un gobierno fuerte, sino débil como la escarcha, a pesar del buen resultado obtenido por doña Susana Díaz. Corre el riesgo de apagarse esa débil chispa ante el soplo más suave.

Hoy Andalucía estará en una gran encrucijada. Buscarán todos hacer converger sus caminos pero nuestros políticos no encontrarán fácilmente posada.

¿Es viento de bienaventuranza el que sopla o de oscuridad como el del vencejo?

¿Será esta legislatura un peldaño más hacia la desconfianza o una falda plagada de astucias o un buen refugio?

Tras una campaña electoral llena de miradas altivas, de soberbia, de labios secos de tanto improperio, ojalá se nos abra la primavera con esa luz que acompaña pero que no ciega. Deseo que Andalucía siga con sus sienes altas entre las rejas de su vieja experiencia en espera de una amanecida y de un resplandor que la aleje de las sombras. Temo,sin embargo,que la rapacidad continúe, sea la del milano real, sea la de la cenicienta corneja. Solo aspiro a que el nuevo Gobierno andaluz gestione los recursos de que dispone y lo haga sin engaños y eficientemente.

* Catedrático eméritode la Universidad de Córdoba