No cabe la menor duda, para los que le conocemos, que don Antonio Murillo Torralbo es un hombre sencillo. Y recuerdo ahora un poema de Pablo Neruda titulado Oda al hombre sencillo , en el que describe y alaba la sencillez de la vida y del hombre sencillo. Y, de entre sus párrafos, entresaco el siguiente: "Ves tú qué simple soy, no se trata de nada complicado. Yo trabajo contigo, tú vives, vas y vienes de un lado a otro, es muy sencillo, eres la vida, eres tan transparente como el agua, y así soy yo, mi obligación es ésa: ser transparente, cada día me educo, cada día me peino pensando como piensas, y ando como tú andas, como, como tú comes, y entonces cuando esto está probado, cuando somos iguales, escribo, escribo con tu vida y con la mía, con tu amor y los míos, con todos tus dolores y entonces ya somos diferentes porque, mi mano en tu hombro, como viejos amigos te digo en las orejas: no sufras, ya llega el día, ven, ven conmigo, ven con todos los que a ti se parecen, los más sencillos. Ven, no sufras, ven conmigo, porque aunque no lo sepas, eso yo sí lo sé: yo sé hacia dónde vamos, y es ésta la palabra: no sufras porque ganaremos, ganaremos nosotros, los más sencillos ganaremos, aunque tú no lo creas, ganaremos".

Como corolario, habría que decir que los hombres sencillos uniéndose a través de la palabra y la comunicación obtendrán la victoria.

Don Antonio Murillo Torralbo, es un jarote (gentilicio familiarmente aplicado a los nacidos en Villanueva de Córdoba), de edad madura, esa en la que el saber y la experiencia se dan la mano. Desde que fue ordenado sacerdote en 1974, su continua preparación hacia la meta de su vida, el servicio a los demás a través de su vocación sacerdotal, han sido más que evidentes. Así, don Antonio es licenciado en Teología dogmática por la Universidad Pontificia de Comillas, de Madrid y Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación, por la UNED.

Es profesor del estudio Teológico, en el Seminario Mayor San Pelagio de Córdoba, profesor de Magisterio de la Iglesia, en el Sagrado Corazón de Córdoba, director del Secretariado Diocesano de Pastoral Gitana, Capellán de las RR. Mercedarias de la Caridad del Colegio, de Ntra. Sra. de las Mercedes de Córdoba, entre otras dedicaciones.

Luego de pasar por las parroquias de Conquista y La Carlota, llega, y sigue, en la Jesús Divino Obrero de Córdoba, en 2008, es nombrado Canónigo Chantre Maestro de Capilla de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba. Don Antonio es, al mismo tiempo, un gran músico.

En el plano personal, le adornan aquellas virtudes de los hombres maduros, como pueden ser las de un alto sentido de responsabilidad, sobriedad, templanza, etc. Muy querido allá donde ha ejercido y ejerce su ministerio, es respetado por su sencillez, afabilidad y cordialidad. Es muy austero en su vida personal. Nunca da importancia a todas sus tareas, la nobleza y la madurez acompañan todas sus acciones y es merecedor de la amistad, el afecto y el respeto por parte de todos cuantos le tratan.

¡Bueno, por casi todos! Y es que, al igual que pasa en la mayor parte de las instituciones, organizaciones, entidades, organismos y, en fin, en nuestra sociedad actual, la pérdida de valores es ya más que alarmante. Así, don Antonio se tiene que enfrentar, él solo, a aquellos que le insultan y fustigan dentro del templo parroquial donde se reúnen los cristianos católicos de su parroquia.

Y es que a muchos fieles y a algunas de sus asociaciones, se les olvida que respetar a alguien es tratarlo de acuerdo a su dignidad. Esta dignidad propia requiere de los demás un comportamiento adecuado, de modo que las faltas de respeto voluntarias son una injusticia, por incumplimiento de ese deber. Y sin olvidar que las burlas, las afrentas y el escarnio, rebajan la dignidad de las personas, y este trato injusto es una falta de respeto. Amén.

* Empresario