Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión

MANUEL Villegas

EL PEQUEÑO NICOLAS

Desde hace bastantes días no hay informativo televisivo, periódico, emisión radiofónica, o medio de comunicación en el que no se hable del personaje conocido como "El Pequeño Nicolás". Hasta ha sido entrevistado por televisión para que todos los españoles que lo deseen lo conozcan, se enteren de sus andanzas y trapisondadas, o lo que es lo mismo sus enredos, mendacidades y habilidad para embaucar, timar, y sacar provecho de todo lo que podía. Entre sus muchas falacias, nos llevaría mucho espacio enumerarlas todas, cuenta que su contacto con La Moncloa era la vicepresidenta del Gobierno. Que fue comisionado por el CNI y la Vicepresidencia del Gobierno para que entablase negociaciones con la familia Pujol con el propósito de que convenciese a Artur Mas con el fin de que suspendiese la celebración de 9 de noviembre.

Como era conocedor de tantos secretos y poseía material muy sensible para la estabilidad de España que comprometían a muchas personas importantes, pretendieron quitarlo de en medio, no físicamente, pero sí civílmente. Que se reunió D Cristina, que le agradeció lo mucho que había hecho por ella y hasta lo besó. Que llegó a hablar personalmente por teléfono con el Rey. Posiblemente, la mayoría de estos asertos, más otros que no reseñamos por no ser tediosos, puede que sean verdad, ya que los medios de comunicación no han encontrado empacho en mostrárnoslo en recepciones oficiales en las que se encontraban personajes del más alto nivel de nuestro país. También es cierto que ostentaba un alto nivel de vida, siendo hijo de una familia muy humilde.

Ha sido desenmascarado, casi por casualidad y ahora mismo está acusado de falsedad, estafa y usurpación de identidad, más lo que posiblemente salga de la investigación que se está llevando a cabo. No nos vamos a preguntar cómo ha podido engañar a tantos durante tanto tiempo porque es un hecho palpable que estamos en una tierra en la que los defraudadores, los corruptos y los estafadores brotan por doquier, como las setas en otoño.

Lo que sí vamos a exponer que ese deseo de protagonismo, notoriedad y búsqueda de la fama, ese "minuto de gloria", como dicen los estadounidenses no es nuevo ni reciente en la historia mundial. Vamos a referir un caso, podríamos reseñar muchos más, en el que por la búsqueda de la fama, el hacer que todo el pueblo hablase de él y el deseo de inmortalidad, hizo realizar al personaje que a continuación enunciaremos uno de los actos más deleznables, destructivos y perniciosos que se hayan podido cometer a lo largo de la Historia.

Hablamos de Eróstrato. Este individuo parece ser que era un oscuro pastor, efesio que su deseo de notoriedad y relumbrón ante la sociedad de aquella época, nos referimos al siglo IV a. C., lo llevó a incendiar una de las siete maravillas de la Humanidad: el templo de Diana o Artemisa, en Efeso. Tal acto execrable lo llevó a cabo en el año 365, en el mismo día en el que nacía en Pella Alejandro Magno, es decir el 20 o 21 de julio del año referido.

Naturalmente los efesios le dieron una atroz muerte y condenaron a pena capital a todo aquel que pronunciase su nombre y su registro, ya que, tras someterlo a un largo suplicio, ordenado por Artajerjes, para que explicase por qué había llevado a cabo tan brutal devastación, confesó que su único deseo había sido lograr fama a cualquier precio.

A pesar de tan dura prohibición, su nombre ha perdurado a través de los siglos y hoy lo conocemos y el destructor acto que llevó a cabo gracias a Valerio Máximo, que nos dice: "Se descubrió que un hombre había planeado incendiar el templo de Diana en Efeso, de tal modo que por la destrucción del más bello de los edificios su nombre sería conocido en el mundo entero".

De la misma manera el escritor Teoponpo, 380 a.C. - 32 a. C, contemporáneo del hecho, dio a conocer este así como a su autor.

Es más, el escritor francés Jean Paúl Sastre escribió en 1939 un cuento titulado "Erostratus" en que narra lo realizado por tal personaje.

Conclusión que podemos extraer tanto de uno como de otro megalómano: que solo les importa darse a conocer a cualquier precio aunque sea cometiendo atrocidades o acciones penadas por la Ley.

Tanto es así que sin temor a equivocarnos podemos calificar la acción de este "Pequeño Nicolás", como una actitud o síndrome de erostratismo, o manía irrefrenable de la persona que llega a delinquir con el único fin de lograr fama y renombre.

No queremos entrar en por qué tanto los medios policiales cuanto los políticos no se han dado cuenta antes de que toda la actuación de este individuo era una perfecta farsa, posiblemente -opinión particular- porque solo vivimos en un mundo de farsantes y el que esté libre de pecado que tire la primara piedra.

* Doctor en Filosofía y Letras (G e H)

Tracking Pixel Contents