La inclusión de Madinat al-Zahra en la lista indicativa del Patrimonio Español para su posible declaración como Patrimonio Mundial es una buena noticia para el monumento y para Córdoba.

Los valores de todo tipo de la ciudad califal han sido descubiertos y puestos a la luz durante un siglo y especialmente en las tres últimas décadas. El trabajo realizado en ese periodo ha sido ingente y ha permitido desvelar sus singularidades arquitectónicas y artísticas, sus aportaciones a la cultura posterior y la elaborada organización territorial y paisajística en la que se inserta. Su concepción como imagen del Estado califal, su perfecta planificación urbanística conservada en su integridad, la belleza de su disposición escenográfica, sus posibilidades de recuperación material, sus avances en el terreno hidráulico, su consideración de laboratorio y gran taller artístico a nivel mediterráneo, su capacidad de fundir formas y modelos arquitectónicos de Oriente y Occidente, y su transformación última en referente simbólico de una cultura y una época en la que Córdoba fue uno de los centros del mundo occidental..., son cualidades que cumplen con creces las exigencias de la Unesco para merecer esa distinción.

Del grado de reconocimiento social de estos valores da buena muestra la aceptación unánime --casi por aclamación-- que se ha producido en la reunión del Consejo de Patrimonio Histórico Español en el que la Junta de Andalucía ha llevado la propuesta.

En realidad esta inclusión responde a una demanda y aspiración del Conjunto Arqueológico que se remonta a hace más de veinte años, cuando se preparaba la ampliación del expediente de la Mezquita como Patrimonio Mundial. En ese momento, desde el Conjunto se sugirió la posibilidad de que Madinat al-Zahra se incluyera en esa ampliación como una pieza externa unida indisolublemente al monumento religioso por lazos históricos, culturales y artísticos, los mismos que en la declaración de Patrimonio Mundial de la ciudad de Mérida vincularon el conjunto histórico con la presa de Proserpina y el acueducto de los Milagros, dos imponentes construcciones romanas distantes varios kilómetros de dicha ciudad. Pero cuando más cerca estuvo de iniciar su andadura --en estas fechas ya estaría concluida-- fue en el año 1998, cuando llegó a incluirse en esta misma lista indicativa de monumentos susceptibles de ser declarados. Sin embargo, cuatro años después, en 2002, fue descartada y ya no volvió a ser propuesta.

En estos años, Madinat al-Zahra ha tenido que esperar otros nombramientos hasta que ahora a nivel político e institucional parece haberle llegado el momento. Por eso esta nueva inclusión es una buena noticia para todos, también para el Icomos y para la Unesco. Para el primero, porque venía señalando desde 2003, en distintos documentos oficiales, la necesidad de hacer extensiva la declaratoria de Córdoba a Madinat al-Zahra, sugiriendo una segunda ampliación del expediente cordobés; y para la Unesco, porque el Centro de Patrimonio Mundial dependiente de ese organismo nunca entendió, como declaró su secretario general Francesco Bandarín en 2009, que no se hubiera presentado candidatura de la ciudad califal para esa distinción, a pesar de poseer todos los merecimientos.

Este organismo se beneficiará también con su declaración futura --cuando llegue a buen puerto, no antes de cuatro o cinco años--, porque los valores de Madinat al-Zahra refuerzan en grado sumo el espíritu primigenio que alumbró este reconocimiento como verdadero testimonio de las mejores realizaciones del ser humano a lo largo de su historia.

* Director del Conjunto Arqueológico

Madinat al-Zahra (1985-2013)