El mensaje de los especialistas en enfermedades mentales no es nuevo ni pierde vigencia: el creciente desarrollo del mercado de los juegos de azar en internet ha modificado no solo la forma de jugar sino también el problema de las ludopatías. La ley del juego estableció en su momento un marco normativo para el sector y sus clientes, pero no impidió que se dispararan los trastornos adictivos a los juegos digitales. Está por ello justificada ahora la alarma que ha desatado entre psicólogos y asociaciones de ludópatas el plan que prepara la Administración para regular las máquinas tragaperras on line, una de las actividades más devastadoras en cuanto al número de adicciones. El anuncio de no fijar límite ni a la apuesta ni a los premios favorecerá la guerra de ofertas de las empresas del juego para captar clientes, lo que será un reclamo idóneo para generar un alud de ludópatas.

La normativa en marcha fija como medidas de disuasión para el jugador on line unos avisos en la pantalla que resultan obstáculos mínimos para quienes pueden saltar de portal en portal para seguir en juego. Hay que extremar los controles. La tecnología ya permite, por ejemplo, vigilar con tarjeta electrónica las pérdidas diarias y mensuales de un jugador compulsivo, lo que ayudaría a cerrarle accesos al juego digital antes de que su situación económica fuera insostenible. Las nuevas formas del juego exigen reglas cada vez más atentas a los riesgos que comportan. El Gobierno está a tiempo.