Mi vida transcurre rodeada de gente sencilla en un entorno rural, personas llenas de inquietudes que dan lo mejor de sí mismos para hacer posible la sostenibilidad de nuestros pueblos. Día a día van siendo más longevos y los jóvenes no perciben un futuro cierto para apostar por el relevo generacional. Su quehacer diario se desarrolla en un entorno rebosante de paz y sosiego, aunque curtidos por el clima, inmenso paraguas bajo el que trabajan. Sus conversaciones llenas de sabiduría natural remueven mis emociones. No encuentran explicación a muchos de los interrogantes que se formulan. Quizá habría que escucharles más y acercarnos al entorno natural. Hablamos de "sostenibilidad", en nuestro contexto local el desarrollo sostenible, es la expresión directa de la capacidad de los actores locales, como capital humano, que se estructura y se movilizan como capital social, en base a sus potencialidades dentro de su propia matriz cultural, para definir y explorar su propio desarrollo humano.

No hay desarrollo territorial sostenible si no se da a la par un desarrollo humano y social. La sostenibilidad interterritorial, la articulación social y el respeto a los derechos humanos, garantía de los derechos sociales y culturales, sobre todo en una época de crisis económica en la que se encuentra España en particular y el mundo en general, donde los candidatos a sufrir recortes son los derechos que nosotros llamamos sociales, pero que tienen tanta importancia como los fundamentales, estos son la salud, la vivienda y la asistencia social entre otros. La existencia de una línea divisoria entre ambos hace que tendamos a ser menos conscientes de la importancia que tienen derechos tan básicos como una vivienda digna. Estos años de crisis han provocado que hayamos perdido la concepción de un sistema de asistencia universal, de tal manera que deja fuera del sistema a seres humanos.

La actual situación económica ha provocado que derechos como el de la vivienda descubra su verdadero carácter secundario cuando no se puede concebir una vida digna si no se garantiza un techo, un aspecto éste que se está viendo seriamente afectado con las ejecuciones hipotecarias y los desahucios. Pero esta situación se complica con medidas como la implantación de tasas judiciales. El poder político debe tomarse en serio la defensa de los derechos humanos pero es la justicia la que debe ser la garante de su cumplimiento y con trabas como las tasas económicas se dificulta el acceso al sistema judicial.

La complejidad de la apertura de espacios que van más allá del estado de la nación en una época de auge de jurisdicciones supranacionales, sobre todo en Europa. Esta globalización hace necesaria que se debata cual es el papel de los derechos humanos.

En los últimos años, el Estado ha dejado de ser su defensor en exclusiva por lo que cada vez se pone más de relieve que hacen falta instancias más allá del estado de protección. Y en este contexto está el trabajo desarrollo por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la Corte Americana o el Tribunal Penal Internacional, hasta el propio sistema de Naciones Unidas tiene su debate, y todo esto tiene que ver con la globalización.

El cambio de escenario que se ha vivido en España en los últimos treinta años obliga a admitir a nuevos derechos derivados de la situación de multiculturalidad que vivimos actualmente. No es posible conseguir un desarrollo sostenible en la "aldea global", en nuestros pueblos, sin difundir valores solidarios y de respeto a los derechos humanos, de manera equitativa, a través de una praxis educativa respetuosa con los principios constitucionales, desde la familia, la escuela, hasta la universidad.

La esperanza de los hombres y mujeres sigue siendo constructivista, sin olvidar que hemos de trabajar tenazmente por mantener el gozo de nuestros mayores, la formación y empleabilidad de los jóvenes, los logros conseguidos de manera colectiva, oyendo las palabras que emanan de personas con vivencias múltiples, que transmiten problemas y soluciones que han de conocer aquellas instituciones que tienen capacidad y poder para abordar las mejores respuestas.

En una sociedad moderna en la que la ideología de la democracia impera en todo su fulgor no se puede repudiar a un ser humano por el hecho de que sea negro, disminuido o analfabeto. Es nuestra conciencia colectiva, nuestra formación en valores la etimología de que los derechos humanos, de cada persona, sean conocidos y respetados, no solo en las voluntades políticas de los pueblos orientados por sus gobernantes, sino en el necesario complemento que toda la gran familia humana los exija y los haga respetar en cualquier espacio, tiempo y lugar. Existen múltiples contestaciones sociales, buscando sus derechos, que cambiaron la sociedad en la que vivían.

Decía Thomas Jefferson "Educar e informar a toda la masa del pueblo... Son las únicas dependencias seguras para la preservación de nuestra libertad".

* Graduado en Relaciones Laborales y Recursos Humanos. Graduado Social