Cuando estas líneas vean la luz, Córdoba habrá vivido una nueva edición de la Noche Blanca del Flamenco, uno de los acontecimientos más populares de la agenda cultural y festiva de la ciudad. Y de los de mayor proyección exterior, pues con tan sólo siete convocatorias (nació en 2008) ha conseguido distinguirse entre las citas verdaderamente relevantes del calendario flamenco internacional. En efecto, el hecho de contar en sus programaciones con las figuras más rutilantes del cante, el baile y el toque hace que la Noche Blanca del Flamenco adquiera una dimensión internacional, lo cual contribuye a la promoción de Córdoba.

Hay pues un doble componente: el cultural y el de promoción de la ciudad. En primer lugar, porque el flamenco es parte de nuestro paisaje sonoro y de nuestra identidad como pueblo. Y no menos importante es el hecho de que el carácter abierto, plural y heterodoxo de la Noche Blanca del Flamenco trate de acercar éste al gran público, popularizando un arte sentido, pero no siempre bien comprendido ni justamente valorado. Con todo, esta iniciativa, surgida al calor de la pretendida capitalidad cultural europea en 2016, sólo puede tener pleno sentido si está acompañada de una labor constante de divulgación, como la que se desarrolla durante todo el año en el Centro Flamenco Fosforito; de impulso al concurso nacional, santo y seña del flamenco en Córdoba, y de apoyo a iniciativas que surgen desde ese tejido asociativo tan estimable en la ciudad, o del ámbito académico en el que Córdoba es pionera. De ahí que la promoción del flamenco esté siendo una de las prioridades del actual gobierno municipal en materia cultural.

Pero además de esta vertiente puramente cultural, parece claro que la Noche Blanca del Flamenco es, por su propia naturaleza (similar a la de las noches blancas que tienen lugar en otras ciudades de Europa, también dedicadas a alguna manifestación cultural), un evento de promoción de la ciudad. No en vano, el flamenco es actualmente un recurso cultural y turístico de primera magnitud, sobre todo si tenemos en cuenta que existe en Andalucía un creciente turismo cultural vinculado al flamenco y que éste es, hoy por hoy, uno de los productos culturales de nuestra comunidad autónoma con mayor proyección en el mundo (algo que se ha visto incentivado tras la declaración por la Unesco, en 2010, de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad). Todo lo cual invita a potenciar en varios niveles (educativo, cultural y promocional) el binomio flamenco-Córdoba, atendiendo no sólo a razones históricas e identitarias, sino también a la idea de armonizar inteligentemente un presente lleno de potencialidades, en el que la cultura y el patrimonio bien entendidos son un activo fundamental en la generación de riqueza (turismo) y cohesión social.

* Teniente de alcalde de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba