A finales de abril y principios de mayo en el ambiente de Córdoba se palpa algo. Hasta los imprevistos chaparrones de primavera --como los de ayer tarde-- no desentonan con ese espíritu prefestivo que se echa a la calle y en las aceras va encontrando un motivo por el qué vivir. Unos lo hacen en las terrazas, otros en los umbrales de las casas-patio, otros en los plazuelas con cruces. Pero todos saben que en el aire hay algo que les une: las vísperas del mes de mayo.