En España hay 62,826 concejales, de los que 8.084 son alcaldes; y municipios con menos de 10.000 habitantes hay cerca de 7.363. Es decir, políticos que no cobran o cobran poco son bastantes más de los que sí lo hacen. Y no solo eso sino que, a veces, incluso les cuesta el dinero.

¿Es razonable que paguen justos por pecadores? ¿Acaso no hay que apoyar a todos esos concejales que sienten la necesidad de prestar un servicio público? ¿Tienen ellos la culpa de que algunos de sus dirigentes provinciales o nacionales sean corruptos?

Cualquiera que se haya movido en política sabe lo difícil que es formar una candidatura en unas elecciones municipales. Porque no solo se cobra muy poco, sino que hay que sufrir vergüenzas ajenas y críticas directas de los vecinos. El dirigente que vive en una ciudad grande, cuando termina diariamente su gestión va a casa y en la calle, salvo excepciones, nadie le molesta.

Pero el concejal de pueblo no.

Como en los pueblos pequeños nos conocemos todos, no es extraño que en el corto trayecto del Ayuntamiento a su casa, se encuentre a alguien conocido que le reprochará, bien alguna decisión tomada, bien la metedura de pata o de mano, de alguien de su partido. Es decir, tiene que sufrir vergüenzas ajenas de las cuales él no es en absoluto responsable.

El ayuda a su pueblo y a su partido prestando un servicio a su comunidad, pero hete aquí que en la radio o en TV, han dicho que fulanito de copas, perteneciente a su partido, ha malversado o se ha apropiado fondos públicos por valor de tropecientos miles de euros. ¿Y él qué culpa tiene? Además de que es posible que le cueste el dinero ¿tiene que aguantar hechos dolosos? ¿Y quién en esas circunstancias está dispuesto a ir en una candidatura? Cuántos hemos participado en alguna elección municipal, sabemos los sinsabores que ello entraña al ser ingresados en el estereotipo "políticos" y, de antemano, hacernos adversarios, que no enemigos, de otros paisanos nuestros. Y es raro que algunos, que los hay, aprecien la labor desinteresada y generosa de tantos concejales y alcaldes de muchos pueblos, que sostienen con su gestión este entramado de sociedad que hemos formado entre todos.

No tengamos prejuicios emitiendo opiniones gratuitas y descalificadoras sobre muchas personas que se merecen respeto y consideración.

Desde aquí mi homenaje y reconocimiento a ellos, alcaldes y concejales, especialmente a aquellos de pueblos pequeños.

* Escritor