En el marco político social en el que se encuentra Andalucía parece haber dos posturas que encajan mal, entre ellas, e incluso entre quienes las defienden, sobre cómo y qué celebrar en este 28 de febrero.

Entre la jornada festiva y la jornada de "lucha" que plantean los actuales partidos políticos con representación parlamentaria y que viene saltando en los últimos años de una a otra según soplara el viento y/o fuesen sus necesidades internas, se siguen encontrando las andaluzas y los andaluces.

Quizá el problema sea que nadie está escuchando realmente a la ciudadanía o que ésta no está consiguiendo hacerse escuchar.

Por si alguien no se ha dado aún cuenta, necesitamos reiniciar Andalucía. Desde el último campesino, pasando por el recién llegado inmigrante a nuestras costas, por los pequeños y medianos empresarios, los docentes, los jóvenes, la Universidad, la Justicia, desde el concejal del municipio más pequeño, el parlamento, desde los partidos políticos hasta la presidencia de la Junta de Andalucía.

Necesitamos crear empleo, pero para ello hay que cambiar el modelo productivo, modificar las políticas energéticas, apostar por la rehabilitación de viviendas frente a la construcción, reducir los canales de distribución, emponderar la economía real, estimular los procesos de relocalización, luchar por la soberanía alimentaria, etc.

Tenemos la obligación de reducir la inmensa brecha social que las políticas de injusticia social no paran de ensanchar. Y para ello debemos instaurar un sistema educativo que deje de perseguir el becerro de oro del beneficio y la trampa de los mercados y la economía, sembrando en la mente de nuestros los jóvenes la semilla de la democracia radical, la libertad, la justicia, la laicidad, la igualdad, el sentido crítico, la solidaridad, la tolerancia. Debemos implantar la renta básica universal y limitar los salarios de quienes tienen responsabilidades públicas y privadas. Reformar la fiscalidad para que sea una herramienta de equidad.

Y, finalmente, terminar de comprender que los recursos de la tierra en que vivimos son finitos y que al ritmo que vamos tenemos todas las papeletas para acabar convirtiendo nuestro hábitat en un lugar inhabitable.

Si comprendemos y asumimos que necesitamos dar todos y cada uno de estos pasos, podremos sentarnos a la mesa con nuestros conciudadanos y soplar las velas de este aniversario. Si no, de aquí a poco estaremos sin tarta, sin ganas y sin fuerzas para soplar.

* Educador y coportavoz de Equo Córdoba