La exaltación que ha tenido la aparición en el BOE de la Ley 18/2013 para la regulación de la tauromaquia como patrimonio cultural y que ha inducido al presidente del Círculo Taurino a que le publiquen en el Diario CORDOBA una opinión sobre la misma es de recibo se permita en este mismo medio puntualizarse, porque no todo lo que dice tiene certeza por más que lo diga un abogado. Sí es cierto que ha sido aprobada la Ley pero hay que decir con los votos del PP, ya que el grupo Izquierda Plural votó en contra y el PSOE se abstuvo. Por tanto, la forma de verlo cambia si con esto decimos que no hay consenso político y tiene su razón de ser: la mayoría del PP en el Parlamento y Senado hace que todo lo que se empeñe este partido en aprobarse se haga sin tener en cuenta a los otros grupos, que representan a gran cantidad de españoles, eso sí, de otra ideología. Además esta Ley se aprueba tras un procedimiento de presentación de ILP que ha sido modificado hasta en el nombre por sus grandes fallos legales. Esta ILP no representa a la mayoría de los españoles y si tenemos en cuenta los razonamientos del PP cuando dicen que los que se quedan en casa sin manifestarse son mayoría que hay que respetar, habrá que pensar que la mayoría de españoles no firmantes de la misma no han sido respetados. En ningún sitio de la Ley se habla de fiesta nacional sino de fiesta de los toros y de tauromaquia. También lo son el toro lanceado de Tordesillas, las becerradas de Algemesí, los correbous, los encierros y el toreo cómico entre otros horribles espectáculos de tortura, así que no suba la categoría de lo que no le corresponde porque la fiesta nacional no es la tauromaquia precisamente y, además, son la base de la misma, de esos mil años que tiene, ya que el toreo, como se conoce actualmente, a pie, no tiene más de dos siglos de vida. Como sabe y calla, la tauromaquia evoluciona con el sentimiento de que al toro se le haga el menor daño posible. Se le tiraban sillas, lanzas, perros de combate, toda clase de artefactos incendiarios y explosivos, los caballos de picar destripados al no llevar protecciones, a cientos; incluso saltaban a las plazas todo tipo de personajes supieran o no torear; eso es historia de la tauromaquia, tan vergonzosa que quedó plasmada por Goya y que da miedo su sola visión. Un gran acierto, sí, que el legislador desvincule los espectáculos de tortura animal a las ideologías, y que usted se sume a ello. Aún recuerdo voces de los taurinos cuando el Parlamento de Catalunya aprobó la prohibición de las corridas de toros diciendo que había sido una maniobra política de los nacionalistas catalanes para impedir algo tan español como las corridas de toros en su Comunidad autónoma. ¿Es que no se torea en Francia y Sudamérica? Claro que la primera promulgó como patrimonio cultural la tauromaquia teniendo el 95% del territorio la prohibición de las corridas de toros y en Sudamérica cada vez son más ciudades las que se hacen abolicionistas. Esta Ley no hará volver las corridas de toros a Cataluña, eso lo sabe, pero tampoco lo dice como tampoco que la Unesco no aprobará nunca un espectáculo donde se maltratan y torturan animales como parte de un patrimonio de la humanidad. ¿Que el Ayuntamiento de Córdoba aprobó una moción unámime entre los grupos IU, PSOE y PP para apoyar las corridas de toros por su significado como cultura, tradición, historia, economía y empleo? Ya se vió el apoyo a las corridas de toros y la tauromaquia en el proyecto Córdoba Capital Cultural Europea 2016 donde no hubo ni una sola programación taurina, ni con toros ni sin toros, sabiendo que el jurado era sensible al maltrato animal aunque fuera legalizado y esto pudo ser unos de los motivos por el que no se nos concediera, a lo que hago responsables a esos grupos que votaron la moción. El único argumento que no ha desarrollado la Ley, aunque lo cita, es la preocupación de muchos ciudadanos por el trato que reciben los animales (toros y caballlos) durante los espectáculos taurinos y es el único que está avalado por la comunidad científica, que ha demostrado el gran sufrimiento y padecimiento de un animal inadaptado a este uso. Con esta sensibilidad solo cabe decir que la tauromaquia no es seña de identidad de un pueblo o de una nación sino de las personas a las que le gusta sentir la emoción del sufrimiento de estos animales por un derecho a la diversión. Si la Ley me obliga, a mí y a mis hijos, a la cultura del maltrato animal como tradición cultural que hay que llevar al sistema educativo público, fomentarlo con dinero público en los medios de televisión y radio públicas es simple y llanamente la imposición de un adoctrinamiento que como cordobés, andaluz y español rechazo y objeto en conciencia.

* Vicepresidente de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal