El pasado fin de semana se ha celebrado la XV Cata de Moriles. Una oportunidad única para degustar sus vinos con la autenticidad que aporta la cercanía con la zona de producción y que ha cumplido su lema: "El vino, nuestro universo". Tanto la altitud como la naturaleza de sus tierras albarizas hacen que la calidad de la uva sea óptima para producir unos caldos de excepcional calidad. Un pueblo que, como suele recordar su alcaldesa, ha iniciado una época, un nuevo ciclo caracterizado por una decidida apuesta por la modernidad, la diversificación económica y la mejora de las infraestructuras, lo que le permite ocupar un espacio importante dentro del territorio de la Campiña Sur cordobesa y de la propia provincia de Córdoba.

Moriles, cuyo centenario se celebró el pasado año y pese a sólo contar con algo más de tres mil habitantes, es conocido en todo el mundo por sus vinos. De aquí que el pueblo viva por y para ellos y se vuelque con los visitantes que han llenado hasta la bandera el pabellón municipal de deportes donde se ha celebrado la Cata. El viernes 20 de septiembre tuve ocasión de inaugurarla junto a la delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía en Córdoba, Isabel Ambrosio, ese vino joven con el que regala la comunidad a los cordobeses; el delegado de Agricultura y Medio Ambiente de la Diputación de Córdoba, Julio Criado, fuertemente comprometido con el sector agrario de la provincia; su alcaldesa, Paqui Carmona, muy elegante con su vestido Audrey Hepburn y, cómo no, los responsables de las bodegas y un nutrido grupo de morilenses. Participaron en ella las bodegas Antonio Doblas, Hermanos Ojeda, Lagar de Casablanca, Lagar el Monte y Lagar Los Naranjos, así como la Cooperativa Nuestra Señora del Rosario.

La Cata se convirtió para mí en una experiencia personal difícil de olvidar. Desde su alcaldesa al último de los morilenses, todos tenían claro que el vino, además de ser un sector esencial de su economía productiva, es una pauta de vida que forma parte de su ADN. Y, lo que es más importante, lo saben transmitir con una naturalidad a prueba de fuego. En estos años convulsos, la naturalidad, la simpatía y el gusto por compartir lo poco o mucho que uno tiene, no son virtudes que se estilen. Ahora bien, todas ellas generan confianza, hoy tan necesaria. No se puede salir de la crisis si no nos creemos la valía de nosotros mismos.

Moriles es un pueblo de trabajadores y de emprendedores muy jóvenes que, lejos de dejar atrás el terruño, han hecho del mismo su lugar de actuación. Es el caso de Juan Carlos Romera, con una empresa de cosméticos basada en el Pedro Ximénez o de Antonio López, uno de los responsables de la bodega familiar, experto venenciador en bodas, bautizos y comuniones y estudiante de márketing. También otros no tan jóvenes como los responsables de las bodegas, de Patatas Maribel, de "Doña Cayetana" o de Castillo de Moriles, que elabora postres con mosto.

La Cata fue un ejemplo de cómo hay que hacer las cosas. A todos nos agasajaron con lo mejor de su saber hacer. Vayan a Moriles cualquier día del año. Piérdanse por sus bodegas, prueben su gastronomía, hablen con los parroquianos en la barra de cualquiera de sus bares y tabernas y contágiense de su alegría.

Por último, únicamente un consejo para la alcaldesa. El lema de la Cata del próximo año puede ser: "Más Moriles y menos Prozac".

* Presidente del Consejo Regulador de la DO Montilla-Moriles