Transcurría el último tercio del siglo X cuando el Califa Al Hakam II, posiblemente el más culto de la dinastía Omeya, dispuso la construcción de unos baños en el extremo Noroeste del Alcázar Califal. Cumplido más de un milenio de su edificación la cooperación entre la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Córdoba han hecho posible la puesta en valor de un monumento único en la ciudad, en Andalucía, en España y en el mundo. Los baños representan la más viva expresión de la intimidad de una dinastía que el siglo X mantenía supremacía sobre cualquier otra existente en la época. Su aún reciente inauguración y su discreta y confusa presencia en el paisaje urbanístico en donde se enclava, no está facilitando que puedan ser contemplados y admirados en la medida de su autentica valía. Por este motivo, como cordobés, me atrevo a recomendar a cuantas personas puedan leer esta carta que no duden en visitarlos. No les defraudaran, porque a través de una proyección, de dos audios, de sus expositores, y por supuesto de sus salas, se introducirán en el tiempo, y la imaginación les transportará en la historia.

Francisco Muñoz Jiménez

Córdoba