pRELIGION

nLa autoridadcomo servicio N

***Francisco Baena Calvo

***Córdoba

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El Papa Francisco, en su primera homilía de San José, ha recordado "que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz". Además, señala que "debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños". Jesús de Nazaret nos recuerda a menudo que la vida es un don que ha sido entregado para ser ofrecido y que la vida no merece vivirse si no es desde el servicio. En cierta ocasión, cuando los hijos del Zebedeo le pidieron sentarse en su gloria uno a su derecha y el otro a su izquierda, Jesús les dijo unas palabras mágicas, que han sido el palpitar y el fundamento de millones de hombres y mujeres cristianos durante siglos: "Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del Hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos" (Mc 1, 42-45). Estas palabras han marcado el sentido último de la autoridad en la Iglesia y deben ser para ti unas palabras determinantes que te harán descubrir si vas por el buen camino o debes de cambiar tu ruta casi 180 grados.

pSOCIEDAD

nEl botellón de los jóvenesen Granada N

***María Izquierdo Rico

***Córdoba

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Acabo de ver en televisión el estado lamentable en que ha quedado en Granada un amplio espacio donde unos 20.000 jóvenes han celebrado un macrobotellón, con el lema de "Fiesta de la Primavera", y la verdad es que el espectáculo de cómo quedó después de dicha fiesta el recinto, hecho un verdadero estercolero, con unas 49 toneladas de basura, era algo desalentador y triste, como lo era así mismo el penoso aspecto que ofrecían miles de jóvenes bebiendo a destajo a ver quien se emborrachaba antes. ¿Cómo es posible que la juventud, divino tesoro, como decía el poeta, no se dé cuenta de que ese tesoro es efímero y la pierden en tan lamentables divisiones, cuando la vida tiene tantas cosas buenas que ofrecerles, sin que se dediquen a quemarla sin ninguna clase de valores y se refugien en el alcohol, que solo pruduce una euforia engañosa que ni ellos mismos saborean? Para terminar estas cortas pero sentidas reflexiones, quiero dar un consejo a mi nieto y nietas, que me sale del corazón: No permitáis que os roben el tesoro de vuestra juventud con paraísos ficticios, que encadenan vuestra libertad.