Igual les suena a broma pero el 20 de marzo se celebró por primera vez el Día Internacional de la Felicidad, una conmemoración instituida por la Asamblea General de la ONU el verano pasado. Seguro que muchos habrán pensado que la ONU tiene mucho sentido del humor o muy mala leche para crear ese día internacional con la que está cayendo, pero quizá no saben que esta decisión es un homenaje a Bután.

El Reino de Bután, que tiene 720.000 habitantes, decidió en los años 70 que el índice que había de impulsar su desarrollo económico y social sería el de la Felicidad Nacional Bruta (FNB) y no el Producto Interior Bruto (PIB). En la actualidad, según sus cálculos, Bután es el país más feliz de Asia y el octavo del mundo.

Y no se trata de ir sonriendo por la calle (que tampoco es malo), ya que la FNB se basa en cuatro pilares bien serios: la promoción del desarrollo socioeconómico sostenible e igualitario; la preservación y promoción de valores culturales; la conservación del medio ambiente y el establecimiento de un buen gobierno.

Ya nos podemos reír lo que queramos de Bután pero si todos los países del mundo se rigieran por esos principios seguro que nos iría bastante mejor a todos. En vez que adorar al dios Dinero por encima de todas las cosas y ser esclavos de las multinacionales y el capital, en lugar de glorificar el déficit cero como sumum de la perfección, ya se podían preocupar los gobiernos del mundo de hacer todo lo posible porque los ciudadanos tengan cubiertas sus necesidades y puedan ser felices. ¿Acaso no les votamos para eso?