Una reflexión sosegada de la filosofía de la historia que se pudiera hacer a medio o largo plazo sobre los tiempos que vivimos podría constatar que en plena crisis, como la que estamos viviendo, la democracia global era tan sólo una apariencia tan entelequial como el concepto de las sombras de la caverna de Platón. O como un vacie en el que se pudiera depositar todo tipo de basura moral y mental, cualquier frivolidad sin matices ni contrastes y en el que hacer política consistió en darles patente de corso a los que aspiraban, desde la filosofía de la codicia humana, a hacerse con el botín de los económicamente débiles. Se dirá, con una perspectiva histórica adecuada, que en esta democracia digital solían destacar, por encima de todo, los expresores de opiniones de todo tipo, especialmente las indocumentadas, las zafias y groseras. Todos aquellos y aquellas del mantenella y no enmendalla que no soportan, habitualmente, la prueba de la libertad, de la razón y de la ética, acabaron convirtiendo el tiempo en el que ahora vivimos en el lamentable desalojo de cualquier sueño de igualdad verdadera. Los millones de víctimas de estos tiempos de crisis en nada se parecen a los desamparados que sufrieron el vértigo del crack del 29, cuando los ricos que todo lo perdieron por exceso de codicia, saltaron por las ventanas de los rascacielos. No como ahora, cuando los únicos suicidas pertenecen a las clases sociales excluidas del sistema por reformas y decretos y condenadas al deshaucio de sus vidas. Ese vértigo que impele al nuevo victimario a mirarse en los espejos de los más negros abismos es la conducta de esa masa que sin tener poder en sí misma es capaz de otorgarlo a cualquier individuo, gobierno o entidad sin escrúpulos, poniendo en sus manos su libertad, la confianza de sus ahorros y la esperanza de futuro de ellos mismos y de sus descendientes. En su libro Masa y poder lo intuía Elías Canetti en cierto modo, aunque me gustaría saber qué pensaría ahora acerca de las consecuencias del pensamiento disgregado de hoy como defecto democrático que en vez de conducir a la luz de la razón está llevando a las sociedades a un oscurantismo progresivo que pone en manos de los demiurgos del dinero hasta sus propìas vidas atadas y bien atadas. Es la nueva masa digital de los descerebrados opuestos que se insultan por internet, que tienen webs paranoicas, que carecen de respeto y faltan al respeto a la convivencia cívica.

Asusta el dominio de los dominios digitales con mentalidad fascista de izquierdas o de derechas. Desde la red se difunden toda clase de barbaridades que luego producen su efecto en la convivencia común.

Desde la red se propagan las conductas antisociales. Las palizas grabadas en las cámaras de los móviles por los adolescentes no tienen en la mayoría de los casos otra finalidad que la de ser hechas públicas para disfrute de los adoradores de la violencia, como los vídeos eróticos circulan como muestra de machismo exhibicionista. Desde la red y bajo la máscara del anonimato se está creando una situación en la que todo está permitido: el insulto, la calumnia, la defecación mental de los que aprovechan internet como si fuera el retrete de sus bajezas morales con la ventaja de no tener que tirar de la cisterna. Lo que debería llevarnos a elevar el nivel de reflexión y de debate globales, la red de redes, se ha convertido en un espacio de permisividad e intolerancia, a la vez. ¿Quién puede discutir con un anónimo? ¿Quién puede neutralizar la difamación de un libelo? Cuando los anónimos adquieren en la red la categoría de sujetos que emiten informaciones y opiniones, ha nacido la confusión global convertida en hegemonía frente a la información y la comunicación reales. ¿Quién puede controlar ese caos de la pobreza mental, moral y virtual? Nadie podría hacerlo.

Cuando desde la perspectiva de la filosofía de la historia se contemplen estos tiempos, podrá entenderse cómo se dieron las circunstancias propicias para que la masa global se expusiera a ser violada por los carroñeros neoliberales del pensamiento único hasta acabar convertida en gelatina del sistema.

* Poeta