Pocas veces unas elecciones legislativas italianas habían sido seguidas con tanta atención, dentro y fuera del país. Y con razón. Se trataba de saber si los votantes serían capaces de derrotar al populismo rampante y de dar la necesaria estabilidad política al país para salir no solo de la crisis italiana, sino la del euro, es decir, la de todos nosotros. Los resultados son descorazonadores. El Parlamento que sale de estas elecciones celebradas ayer de casi final de invierno será uno de los más ingobernables de la historia de Italia.

Hay dos elementos a destacar de entrada. El espectacular éxito del antipolítico Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo (un cómico y actor italiano que trabaja en el cine, la televisión y el teatro, es blogero y su blog cuenta con más de 160.000 accesos diarios).y el estrepitoso fracaso del centro capitaneado por Mario Monti (un economista, y exprimer ministro y ministro de Economía italiano).

Un tercer elemento es la resurrección de Silvio Berlusconi (político, empresario, inversionista y magnate de los medios italiano, fundador y presidente de la poderosa corporación de telecomunicaciones Mediaset) demostrando que se equivocaban quienes lo daban por acabado. Y un cuarto dato, el 25 por ciento de abstención, un porcentaje muy alto para un país donde votar se considera una obligación.

Un último aspecto relevante es el decepcionante resultado del centroizquierda encabezado por el Partido Democrático, que, con todo a favor hace pocos meses, no ha sabido mantener la ventaja y ha pagado el precio de una pobre campaña en la que no ofreció una alternativa a lo que debía ser una buena parte de su electorado natural, los jóvenes que han preferido el griterío populista de Grillo.

El populismo ha ganado en su doble vertiente, la alimenticia, que sería la de Silvio Berlusconi con sus promesas de devolver el dinero de una tasa y reducir los impuestos, y la de protesta por la corrupción y los privilegios de la casta política y económica encarnada por el movimiento del excómico.

La suma de estos dos populismos recoge más de la mitad del voto. Estas elecciones han sido también una especie de referendo sobre la austeridad, que ha sido derrotada, pero en su lugar no ha aparecido nada distinto.

Que la austeridad impuesta por Alemania vía Bruselas sea rechazada en un momento en el que ya hay consenso entre los economistas sobre lo erróneo de su implantación no sería una mala noticia para todos nosotros. El problema está en que la alternativa que ofrecen los resultados es la del peor populismo.

Italia necesitaba desesperadamente una regeneración política, y con estos resultados recae en sus peores vicios. La posibilidad de unas nuevas elecciones no puede descartarse, lo que aumenta la situación de inestabilidad política.