Porque pienso que mi esposa debe estar por encima de toda sospecha, mi mujer no solo debe ser honesta, sino parecerlo. Cuenta Plutarco que dijo Cayo Julio César. Así pues, el representante político elegido por los ciudadanos puede que sea honrado a carta cabal y que contra él no haya prueba alguna que fehacientemente demuestre lo contrario, y que incluso conducido ante el juez, quizás motu propio, así se confirme. Pero si, no obstante, hubiese sospecha de falta de honradez nacida de indicios, entendidos tal vez como incontrovertibles, o una desconfianza derivada de su impronta personal, o de su actividad parlamentaria o extraparlamentaria, o de su comportamiento, o de sus gestos, producidos durante su quehacer público, políticamente habrá quedado desacreditado ante los que le eligieron como ante la ciudadanía en general. Máxime si esa situación se difunde ampliamente para conocimiento de quien desee enterarse de la coyuntura, y sobre todo cuando los adversarios y enemigos políticos hacen causa de todo ello con tal de desgastar al partido donde se adscribe el criticado, que consecuentemente deberá ser apartado de las primeras filas de la formación, a la que debe procurar no dañar con su malentendida actitud, y para no solo demostrar su honradez ante los demás, sino para cuidar sus formas. Los políticos, aquellas personas que se ofrecen para ostentar la representación popular, siempre deben estar a disposición del pueblo llevando bolsillos transparentes en los que en todo caso quienquiera pueda saber y sopesar lo que contengan.

* Licenciado en Derecho