La bolsa reaccionó positivamente ayer a las manifestaciones del comisario de Economía de la Unión Europea a pesar de que casi desmintió al presidente del Gobierno español respecto a la cifra de déficit del pasado año del 2012. En el lenguaje tecnocrático habitual de Bruselas, Olli Rehn --responsable de asuntos económicos de la Comisión Europea-- dijo que la previsión es que España tuvo un déficit del 10,2 por ciento, frente al 6,9 por ciento que había anunciado Mariano Rajoy en el reciente debate del estado de la nación.

Lo que ocurre es que el comisario incluía el peso de los casi 40.000 millones de euros de ayuda a la banca, cuando la contabilidad oficial de la Unión Europea permite excluirlos. Es una forma algo pueril de mantener la presión.

Pero es cierto que el desfase presupuestario supera en seis décimas lo pactado/dictado por Bruselas, y eso no es una buena noticia. Sin embargo, el propio Rehn dio a entender que en mayo se aprobará una relajación de los plazos de déficit, lo que tuvo una buena acogida en los mercados.

El Gobierno español prevé que en este presente año del 2013 la economía caerá un 0,5 por ciento, pero la Comisión Europea insiste en que será el 1,4 por ciento, como el año pasado. Y solo calcula un 0,8 por ciento positivo para el año que viene, el 2014, casi la mitad del 1,2 por ciento que ha previsto Madrid.

Las perspectivas españolas para este año no son muy buenas para Bruselas, que cree que el consumo interno caerá el 2,7 por ciento, más que en el 2012, y que la tasa de desempleo subirá hasta rozar el 27 por ciento. Las exportaciones no bastan.

LAS PENSIONES Y EL SUBSIDIO DE DESEMPLEO

En esa tesitura, el déficit público podría repuntar hasta el 7,2 por ciento en el 2014, vulnerando la disciplina comunitaria, incluso con moratoria. El meollo de la cuestión está en la caída de los ingresos, y contra eso solo hay dos opciones: o subir más los impuestos, como sugiere el Fondo Monetario Internacional, o recortar más los gastos, en línea con la filosofía anticrisis que impera en Europa.

Las pensiones públicas y el subsidio de desempleo son los dos capítulos en los que está pensando todo el mundo --Bruselas y el Partido Popular--, dos elementos básicos del Estado del bienestar que pueden volver a deteriorarse.

Las medidas que están aplicando para hacer frente a la crisis conducen al progresivo empobrecimiento de la población, a no vivir por encima de nuestras posibilidades.

Angela Merkel insistió en ello hace unos días cuando defendió un euro fuerte pese a que perjudique las exportaciones extracomunitarias y aunque "derrita" los esfuerzos de los países del sur de Europa para ganar competitividad, como le "ocurre al hielo ante el sol".