El léxico evoluciona al ritmo de las personas y palabras o expresiones de otra época; hoy, desde una perspectiva, momento o situación distinta y utilizadas ante un foro o una audiencia diferente pueden mover a la perplejidad y también a la hilaridad.

Dichos, frases o locuciones utilizadas por los años 50 o 60 en un lenguaje juvenil, desenfadado y coloquial, hoy día, al emplearse de forma apasionada, ante un determinado auditorio que presume, sin serlo, de correcto y comedido pueden causar extrañeza o resultar provocativas y mover al alboroto.

Dichos como "menda lerenda", "sansones machacaos " o "mi prima, la pelá ", no dejan de ser modismos más o menos pintorescos de otro tiempo ya pasado y que responden a la peculiar manera de expresión de un colectivo joven que se debatía entre penurias y dificultades y que era feliz con la pelota de trapo en una plazoleta sin automóviles o jugando a policías y ladrones (en la actualidad, léase políticos) o a piola en cualquier parque o jardín; la antípoda de la juventud del móvil o el ordenador, que estrangula el lenguaje recortándolo y abreviándolo sin respetar la ortografía ni las reglas gramaticales.

En resumen, no nos rasguemos las vestiduras ni nos escandalicemos hipócritamente por algo que otros dicen o hacen y que en el pasado fueron dichos habituales y cotidianos. Ya para terminar voy a utilizar otra locución de aquella época que viene al pelo y que deben aplicársela cuantos meapilas se escandalizan por frases de ese tenor: "Contra el cabreamiento... agua del Ayuntamiento".

Alfonso Gómez López

Córdoba