Dicen que para estar a bien con quienes te relacionas no puedes hablar ni de religión, ni de política, ni de fútbol. Quizá por eso en las grandes reuniones de colegas, sin son hembras hablan de machos, y viceversa. Aunque no estamos ya tan seguros porque un estudio dice que al menos un diez por ciento de la población mundial ha perdido la capacidadde amar por causa de transtornos neurológicos; pero no hablemos de amor cuando queremos decir sexo, como en la película. ¿Pero por qué no se puede hablar de lo que en su día se denominó las marías de la enseñanza en España, religión, política y gimnasia-fútbol? Lo único que pueden tener en común es que son tres pasiones. En el fútbol es evidente. ¿Cómo podemos ser seguidores cada semana de gente que, en principio, son mercenarios sin colores y que los que lucen en la camiseta se los pagan a precio de oro? ¿Cómo somos tan ciegos que vemos penalti donde el rival piensa que solo hay un piscinazo? Es la pasión que nos ciega, porque así debe ser, que hay cosas que no hay que razonar, sobre todo los fines de semana (y los miércoles de Champions). ¿La religión es pasión? Es un estilo de vida tan particular que debe guardarse en el ámbito de lo íntimo, donde la trascendencia aparece porque se dan las circunstancias para la elevación. ¿Y la política? No creo que sea pasión aunque no se pueda hablar de ella delante de todo el mundo. La pasión obviaría todo razonamiento en pro de la justicia y convertiría la política en una exaltación sin crítica de credos, caudillos y padres de la patria. Lo único de pasión que tiene la política es la auténtica entrega por los desahuciados, los sin crédito de los bancos y los que nunca pueden ir a un hotel de cinco estrellas. Ahora hace diez años las manifestaciones contra la guerra de Irak dividieron España en dos mitades que volvían a convertir las ideas políticas en pasión y en desencuentro en una conversación. Al cabo del tiempo, otra desgracia derivada de la política, la corrupción, ha vuelto a poner de acuerdo a todos aquéllos que las inexistentes armas de destrucción masiva separaron. ¿Son pasiones el fútbol, la religión y la política?

Desde luego la renuncia del Papa a las pompas mundanas y el nuevo presidente del Banco Vaticano nos devuelven la capacidad de apasionarnos con temas prohibidos para mantener una buena relación de vecindad.