No sé qué me resulta más ridículo si un pijo del PP apocopando Nuevas Generaciones como "Nuevas" a secas o un pseudoprogre del PSOE reduciendo Juventudes Socialistas a simplemente "Juventudes". Las frases, en ambos casos, más en el primero, pueden quedar rematadas con un "osea" difícilmente inteligible pronunciado con un chicle en la boca. Doy la razón a la ex Primera Dama en la discusión pública mantenida entre Ana Botella y la joven Beatriz Jurado. El acceso de Botella a los altos niveles de la política fue indiscutiblemente "bonaerense" ("acceso bonaerense": dícese de la extraña facilidad con la que esposas de políticos argentinos acceden a la Casa Rosada después de hacerlo sus maridos). La joven Beatriz Jurado, que debe rozar la treintena pero ha acumulado tanta experiencia en su corta vida que el Senado español ha tenido a bien acogerla entre sus ilustres miembros.

Ana Botella y Beatriz Jurado representan dos formas espurias de acceder a la alta política; la primera haciendo valer su condición de esposa de expresidente del Gobierno y la segunda a través de "Nuevas" o de "Juventudes". Beatriz Jurado tiene un presente y un futuro políticos muy interesantes y sus méritos son indudables. Recuerdo que hace aproximadamente un año cenando en El Envero me encontré con Beatriz y su marido, Raúl. Le comenté a Beatriz, tratando de ser lo más claro y lo más educado posible, la disonancia entre su juventud y la etimología de Senado; ella lo aceptó de buen grado y eso le honra. Es evidente que Beatriz no tiene la culpa, sino todo lo contrario, de ser senadora. Si yo lo hubiera sido a su edad me hubiera sentido muy orgulloso a pesar de la incongruencia etimológica.

Si por mí fuera "Nuevas" y "Juventudes" desaparecerían mañana mismo. En vez de jugar a políticos y aprender lo menos noble del noble arte de la política los jóvenes tienen que estudiar y trabajar dentro y fuera de España. Cuando después de un mínimo de 20 años dedicados a una determinada profesión a uno le ha ido lo suficientemente bien como para tener la holgura de echar una mano, entonces, y sólo entonces, debe uno de tratar de volver a la política. Durante esos 20 años el futuro político habrá conseguido dos cosas: ser un referente en su sector y haber resuelto económicamente su vida. Sólo desde la independencia económica se puede hacer política con mayúsculas. La política no debería haber llegado nunca a ser una profesión.

España está viviendo, como consecuencia de un sistema educativo caóticamente cambiante, una crisis de talento. A los jóvenes españoles aspirantes, por ejemplo, a médico se les exigen unas calificaciones altísimas en un intento poco inteligente de ser selectivos. El resultado no se ha hecho esperar; llevo años observando y diciendo que los residentes que recibimos cada año son más estudiosos, más obedientes y menos creativos que los anteriores. El talento, lejos de ser cultivado en nuestras aulas, ha sido sistemáticamente perseguido por el sistema. Y, como la juventud se cura con el tiempo, analicemos la creatividad de los 5 presidentes de Gobierno de la democracia (Suárez, Calvo Sotelo, González, Aznar, Zapatero y Rajoy). Suárez, sin entrar en detalles, fue un presidente habilidoso con una cierta creatividad. Calvo Sotelo no era creativo. González fue tan creativo y tan brillante por momentos que rápidamente le acusaron de ciclotímico. Aznar no era creativo, tenía otras virtudes. De la creatividad improductiva de Zapatero prefiero no pronunciarme en este artículo. Rajoy es tan creativo como Calvo Sotelo.

Insisto en que sólo si surgiese con extraordinaria virulencia un partido político de centro que se hiciera sitio entre los dos mastodontes de la política nacional, habría siquiera una ínfima posibilidad de cambiar las cosas. Difícilmente una de las dos opciones actuales, lideradas por Díez y por Rivera, podrá conseguir la cuña de escaños necesaria entre los dos grandes partidos. Reconociendo el enorme mérito de lo conseguido por Rosa y Albert, me temo que sus resultados serán insuficientes. Mientras tanto, la pirámide hace tiempo que se invirtió y los políticos con talento son neutralizados por el sistema. Cualquier reyezuelo de taifas podrá, junto a su guardia pretoriana, seguir viviendo de la política y, como el caballo de Atila, impedir que crezcan brotes nuevos de hierba en su territorio.

* Médico