Ahora que la política se nos clava en el alma como un cilicio que nos daña la buena opinión que tenemos de ella y nos tambalea creencias que empiezan a parecer de ilusos; ahora que a la jerarquía eclesiástica le da por reavivar algo parecido a la Santa Inquisición; y a ciertas facciones ideológicas les entra la tentación de la intolerancia, la intransigencia y el racismo, parece que tirar por el camino de enmedio, lo más parecido al de los locos años veinte antes de la Gran Depresión, es el señalado por entidades e instituciones con solvencia. El otro día se puso la primera piedra en el corazón verde del elitismo cordobés, la antigua Caseta del Círculo, que sigue manteniendo a través del tiempo esa atracción que ejercen los sitios con leyenda de tango, pasodoble, bolero y frenesí en las ferias de aquella Córdoba en la que se divertían más quienes más dominaban. Después de haberse adaptado a espacios multiusos de fin de semana, la ahora Caseta Victoria va a volver a sus orígenes de zona selecta y de encuentro de gentes algo ajenas a la crisis y al desahucio. Y ayer, Hostecor, desoyendo el tráfico de sobresueldos en negro de la derecha, o quizá por eso, para procurarnos desintoxicación, tocó a rebato para que la población se movilice y salga a la calle, que no hay otra manera de salir de males sino dándole aire a la cadena del consumo que en bares y comercios alcanza su cénit. Y más teniendo en cuenta que los bares y restaurantes se han convertido en, como dicen los cursis, yacimientos de empleo casi a la fuerza a donde van a buscar su salvación cada día tres o cuatro jovenzuelos con currículum de internet, de más categoría y empaque que la antigua recomendación. Ser camarero en la España en crisis nada tiene que ver con aquella en la que empezamos a cotizar en los hoteles de la costa cuyo objetivo era, al cincuenta por ciento, dinero para el curso y contactos propios de la edad con extranjeras, lo que más adelante resolverían los erasmus. Ahora casi te exigen perfil de estudiante de Escuela de Hostelería. En la capital hay unos 3.000 bares (6.000 en la provincia) y tabernas, pero ya no son aquellos espacios que nada querían saber con las librerías. Ahora para trabajar en ellos hay que ser estudiao : o sea, tiesos pero con categoría. Enseñanzas de la crisis.