España tendrá que asumir como deuda propia el dinero que la Eurozona nos presta para rescatar a los bancos intervenidos y para limpiar los activos tóxicos del conjunto del sector.

Esos recursos no irán directamente a las entidades, al menos hasta el año 2014. Y a partir de esa fecha, si hay un cambio no tendrá efectos retroactivos.

Ha sido la cancillera de Alemania quien despeje las dudas y las distintas interpretaciones sobre este punto tras la última cumbre europea.

Angela Merkel ha acabado con las ambigüedades con que nació el rescate bancario desde la célebre rueda de prensa sabatina del presidente del Gobierno español Mariano Rajoy cuando presentó la operación como un préstamo en condiciones muy favorables.

IGUAL QUE CON IRLANDA

El Gobierno tiene que asumir ahora una derrota que de hecho ya se había producido pero no reconocía. El rescate de la banca española, como el de la irlandesa, contará, pues, como deuda pública. No deja de sorprender que el propio Rajoy se lleve las manos a la cabeza cuando las proyecciones más solventes de déficit para este año incluyen los intereses de esa deuda.

La agenda de la reunión de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea de esta semana estaba centrada en la consolidación de la autoridad supervisora bancaria y la creación de un superministro de Economía con capacidad incluso para rechazar los Presupuestos de un país.

Alemania no tiene prisa en acelerar el primer punto por razones de política doméstica. Dado que esa autoridad es la que debe conducir el proceso de recapitalización bancaria, el retraso en su formación dilata todo lo demás.

En el caso del superministro, es Francia la que lo ve como una pérdida de soberanía excesiva. A partir de esas premisas, estaba claro que de la reunión no saldría nada.

LA NOCIVA AUSTERIDAD

Lo único que se ha logrado es cierta precisión sobre los acuerdos de la cumbre de junio, en la que Merkel resultó aparentemente derrotada. Esas concreciones no han sido muy positivas para el Gobierno de Mariano Rajoy, empeñado en negar la evidencia.

Los asuntos más importantes para nuestra economía han quedado al margen. Tanto el Banco Central Europeo como Bruselas están a la espera de que Madrid se decida a pedir la compra de deuda española, pero no explican las condiciones que impondrán.

Y mientras son más y más las voces que alertan sobre los efectos nocivos de la austeridad, la Unión Europea celebra una cumbre y ni siquiera lo aborda.