Uno. La UE impone ajustes a cambio de financiar el rescate de la banca. Dos. El Gobierno aprueba unos Presupuestos Generales del Estado en los que el pago de los intereses de la deuda casi se come los 13.000 millones de los recortes. Y tres. Si es verdad que la banca española adquiere en torno al 60% de esa deuda, resulta que España se aprieta el cinturón para financiar a los que luego se cobran unos intereses de película a costa del descrédito económico que ellos provocaron.