Este verano nos ha traído la polémica sobre si hay derecho a obligar al sufrimiento no abortando a un feto malformado. Y no deja de ser un debate lleno de interés dado que el que lo promueve y plantea es un neurocirujano infantil cuestionándose las técnicas quirúrgicas que utiliza y la mala calidad de vida que confiere a sus pacientes, los cuenta por cientos, sugiriendo que no hay mejor práctica para prevenir tanto dolor que el aborto.

La descripción que hace de los numerosos problemas que pueden llegar a padecer los nacidos con espina bífida o hidrocefalia es espeluznante, sin aportar ninguna esperanza, lo cual es una manipulación cuando se difunde en medios para lectores no siempre informados en medicina y por tanto sin capacidad crítica. "Corta y pega" lo que ve con el anteojo puesto a la inversa. No es neorrealismo ilustrador es el dramón de la tragedia griega.

Para convencer al lector, mi colega publica su currículo, densísimo en el desempeño de puestos de dirección-gestión hospitalaria, que indudablemente lo avalan para opinar en esa materia, así como el haber sido profesor asociado de la Complutense (puesto que, en algunos casos, se adjudica al que puede facilitar las prácticas a los alumnos en el hospital que gobierna), y no menciona que habiendo operado a cientos de niños haya aportado avance alguno que mereciera haber sido reseñado en revista indexada de su especialidad. Mas al contrario, nos da a entender que todos los que de una forma u otra han podido participar en el tratamiento médico o quirúrgico de niños con esas patologías han sido, él el primero, una panda de irresponsables cometiendo ensañamientos terapéuticos sin límites. De haber caído esas afirmaciones en manos de cualquier comité de bioética les aseguro que le habrían traído fuertes dolores de cabeza.

Se olvida de que el secreto profesional obliga. Hasta antes de salir en todos los masmedia su proclama, a Angelines, cinco años, afectada de espina bífida, la llevaba su madre en el carrito a pasear, y era objeto de mimos, caricias y atenciones por los vecinos y niños del parque con los que jugaba. Después de la difusión de su afirmación de que estos niños "Tienen incontinencia completa de orina y heces" todos eluden su presencia y se abstienen de cogerla en brazos por miedo a llenarse de mierda y a las nauseas por el hedor que supuestamente echa. Y es que no es ético que se aireen estas privacidades por profesionales que deberían, en todo caso, documentar que para esos problemas hay soluciones, tanto para bebés como para adultos, que hasta incluyen sustancias absorbentes de malos olores, cosa que no tienen las ropas interiores habituales.

La norteamericana Tatyana McFadden, con espina bífida desde su nacimiento, como parte de su rehabilitación, practicó en competiciones con silla de ruedas llegando a participar en dos Juegos Paralímpicos cosechando 5 medallas y ostentando dos récords mundiales. Resulta paradójico afirmar, como razón suficiente para abortar, que el neonato tendrá "parálisis de ambas piernas" viendo cómo con silla de ruedas saben divertirse y jugar a baloncesto sin la muleta del cojo manteca y sin exigir prótesis bióticas.

El Regreso (1978, Hal Ashby) es una película sobre las consecuencias de la guerra de Vietnam que obtuvo ocho nominaciones a los premios de la Academia y tres Oscars: a la mejor actriz, al mejor actor (Jon Voight) y al mejor guión. La crítica la calificó como deslumbrante, apasionante e inolvidable. En ella se explora los ámbitos de la genitalidad en el amor. Un soldado vuelve inválido, paralizado de cintura para abajo. En el hospital de veteranos le atiende Sally (Jane Fonda) la esposa de un militar de alta graduación que combate en Vietnam y que trabaja allí voluntariamente. Ambos se enamoran. Lástima que mi colega no la viera pues, de haberlo hecho, no habría enfatizado con la simpleza de que sus enfermos tendrán "la impotencia sexual completa" como si eso fuera factor limitante para una vida amorosa intensa y plena que muchas parejas normales para sí quisieran.

"Precisarán numerosas operaciones realizadas por neurocirujanos pediátricos, traumatólogos, urólogos, plásticos, etcétera además de necesitar rehabilitación permanente, vigilancia pediátrica y antibioterapia muy frecuente, añadiéndose además todo tipo de aparatos ortopédicos, sondajes vesicales permanentemente, sillas de ruedas y un largo etcétera". Y con éste párrafo nos descubre su vena de gestor, su procuración de administrador más que su vocación de sanador; Torquemada al servicio de las arcas de la sanidad pública. ¿Por qué siguió operando, ante tan nefastos resultados, sin hacer uso de la objeción de conciencia? ¿Ninguno de los cientos de niños que ha intervenido se lo ha agradecido? Habría sido enriquecedor para todos, y más para las futuras madres con la terrible duda de si seguir con el embarazo de su feto malformado, la opinión de sus pacientes sobrevivientes.

A Manu le gusta mucho pintar con los dedos y oír flamenco. A sus cuatro años tiene todos los síntomas que describe el Dr. Esparza más la encefalopatía postraumática epiléptica refractaria, causada por los que, al nacer, no querían que viviera. Para pintar tienen que apagar la tele y ponerle música. Por mucho que le insista su madre (adoptiva) deshecha el color que le ofrece y elige el que él quiere. Primero el blanco para ir aclarando los que cogerá después que serán azules. No embadurna al azar, en su mente tiene programado el cuadro. Creímos que estaba pintando lo que nunca había visto, el mar. Lo terminó y enseñándonoslo dijo: agua.

* Catedrático emérito de Medicina. UCO