La noticia ha llegado con el comienzo del curso y con el otoño en puertas: la Comunidad de Aragón muestra su interés por quedarse con la colección de arte moderno Circa XX de Pilar Citoler con lo que se alejan las posibilidades de que las más de 1.300 obras que la componen se queden en Córdoba. La dueña de la colección ha reconocido este interés de Aragón al tiempo que ha mostrado sus tristeza por, en principio, alejarse de Córdoba, a la que de una u otra manera ha permanecido atada durante siete años, los mismos que han necesitado las distintas instituciones cordobesas --Ayuntamiento, Junta y Universidad-- para no llegar a acuerdo alguno. El asunto no está en buscar desencuentros entre Aragón y Andalucía porque la dueña de la colección ya tenía carta blanca para hacer lo que quisiese con ella desde junio en que concluyó su compromiso con Córdoba. Ha habido un limbo de indefiniciones y una falta de coincidencias que hacen muy difícil señalar con el dedo y a ciencia cierta cuál es la causa --si la hubiere-- de este desencuentro. Pero sea cual sea la dirección que tome este asunto Córdoba debería saber qué ha predominado en su desarrollo: si la crisis, si la ubicación de la colección, si el coste económico, si las discrepancias políticas... Parece que Córdoba está a punto de perder una colección de arte moderno porque las partes negociadoras han hablado distintos idiomas y han convertido lo que debiera haber sido un acuerdo unánime --en el sentido que fuese-- en un ejercicio de incomunicación parecido al de la torre de Babel.