El otoño, que llega hoy a las 16.49, tiene dos caras, o tres. Está el movido otoño de comienzo de curso que hace que cada profesional espabile en su trabajo si no quiere sucumbir en el difícil intento de mantener el sueldo; la lánguida estación color membrillo que pone el lavabo perdido con los cabellos muertos; y este año entra en escena el otoño del patriarca, el que nos retrotrae a la fiambrera en las escuelas y al tiempo de los pupitres con sexo propio, que parece que le gusta al ministro Wert. El otoño movido es Cosmpoética, la Feria del Queso de Zuheros, la cata del Vino de/en Moriles, las ferias Ganadera de Fuente Obejuna y Agrícola de Cañete de las Torrres, el mercadillo marroquí del Arco del Triunfo, Cabalcor y la feria de Pozoblanco. El otoño íntimo y sosegado es el de las tardes con rayos de sol rojizos que parece que salen de Portugal, donde duerme la melancolía en forma de saudade. Pero este año, la tercera estación viene patrocinada por "viejos rockeros" que nos dicen que nunca se acaba nada ni es tarde para volver. Desde Pozoblanco han llamado al Cordobés, el mítico torero de Palma del Río --que te puedes encontrar cualquier día por una calle de Córdoba--, para que sacuda del traje de luces el rancio aroma de alcanfor y haga el salto de la rana. Es la feria de la capital de Los Pedroches y devolver a la actualidad la plaza de toros ligada a Paquirri no es mal negocio. La otra vieja gloria de este otoño de los patriarcas es Ronaldo el auténtico, que va a adelgazar ante las cámaras de una televisión brasileña para ponerse en forma y jugar un partido solidario. A las 16.49 dicen los teletipos que llegará el otoño, la estación contradictoria en la que el alma se serena al atardecer pisando hojas marchitas y se despierta con la estresante obligación de comerse el mundo.