Como es costumbre en la Unión Europea, en el último momento se toman decisiones capaces de reconducir la situación. Y eso es lo que pasó en la madrugada de ayer en Bruselas durante la tensa y larga reunión del Consejo Europeo, que ha aceptado cambiar la normativa que regula el funcionamiento del Banco Central Europeo (BCE) para aumentar su papel de supervisor de la actividad financiera de la eurozona. Las ayudas-rescates a la banca dejarán de computar como deuda pública a partir del próximo año del 2013 porque se transformarán en créditos o capital directo a los bancos.

Y, finalmente, Alemania acepta que el fondo de rescate --el FEEF actual (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, una entidad jurídica especial aprobada por los 27 Estados miembros de la Unión Europea el 9 de mayo de 2010, cuyo principal objetivo es preservar la estabilidad financiera en Europa a través del ofrecimiento de ayuda financiera a estados de la zona del euro que se hallen en una situación de crisis económica), que pronto se convertirá en el permanente MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad, un organismo intergubernamental creado por el Consejo Europeo en marzo de 2011, que funciona como un mecanismo permanente para la gestión de crisis para la salvaguardia de la estabilidad financiera en la zona euro en su conjunto) podrá comprar deuda pública en los mercados secundarios para apoyar a los bonos de los países del euro atacados por los especuladores.

A grandes rasgos, esos son los acuerdos. Se les deben añadir los condicionantes, porque, como recordó ayer la cancillera Angela Merkel, no hay prestación sin contraprestación. En líneas generales, y a falta de los detalles, que en Bruselas suelen ser determinantes, los países que quieran beneficiarse de los nuevos mecanismos deberán ser muy transparentes en el cumplimiento de sus obligaciones, pero sin que deban sumar nuevos objetivos ni se les añadan deberes a los ya asumidos.

Los mercados recibieron ayer con alborozo el resultado de la cumbre, que al final superó las expectativas. La bolsa española ganó casi un 6 por ciento --la mejor jornada de los dos últimos años--, mientras que el diferencial de la deuda se relajó y cayó por debajo de los 500 puntos. Habrá que ver qué ocurre el lunes, si se mantiene la alegría o volvemos para atrás. Pero, en cualquier caso, los acuerdos son positivos para los intereses españoles y para la construcción europea. Y brindan argumentos a los gobernantes que se resistían a las medidas urgentes para aliviar la presión sobre España e Italia para que expliquen a sus electores que han impuesto condiciones antes de abrir la mano. Ni vencedores ni vencidos. Mario Monti está demostrando que es bastante más que un tecnócrata, mientras que Mariano Rajoy, que se ha apuntado un tanto, no ha cometido el error de primerizo de sacar pecho como hizo el 10 de junio.