Esta semana saltaba la noticia económica más triste de toda la crisis financiera: el aumento del paro hace que se disparen los casos de impotencia masculina y que caiga en picado el apetito sexual. La pieza audiovisual afirmaba que las escasas perspectivas de futuro y la inseguridad laboral hacían que los hombres perdieran su confianza y que eso se reflejaba a la hora de mantener la "moral" arriba. Y, claro, mi condición de hombre me obliga a solidarizarme con los afectados porque aunque el tema sea tratado en tono jocoso, la seriedad del asunto borra cualquier sonrisita. Ya no se trata solo de perder capacidad adquisitiva, interesarse por la prima de riesgo o ser consciente de la necesidad de que el capital vuelva a fluir. La actual situación no solo devora la economía nacional, sino el estado anímico de los ciudadanos. La carencia de optimismo inspirada en meses sin cobrar una nómina se traduce en desidia y así se hace imposible la reactivación ya que en el sentir general se palpa la zozobra. Lo que se avecina con el penúltimo anuncio del presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, es poco halagüeño. "Medidas económicas difíciles". A lo mejor se trata de un plan del Gobierno para reducir la tasa de desempleo del 2030 evitando que se engendren ahora futuros parados. Y es que de ser cierto que la situación financiera afecta a la vida de alcoba, a España no hay quien la rescate de la abstinencia sexual, ni tan siquiera Angela Merkel. Es más, por favor, que no sea Merkel. Esta nueva patología social es especialmente chocante porque aún se mantienen frescas en la memoria aquellas declaraciones del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que decían que los medios incitaban a la fornicación. Pues en casa del herrero, cuchillo de palo. En cualquier caso, o atendemos al estudio del uno o a la observación del otro, pero parece que ambas son contradictorias. Los españoles encuentran poco estimulante el récord histórico de la prima de riesgo o las especulaciones sobre las condiciones del rescate que, al fin y al cabo, es casi de lo único de lo que hablamos en la actualidad los medios. Y no queda claro si la economía se contrae porque se reduce la actividad sexual o viceversa. Sea como fuere, mientras no se recupere el optimismo se seguirá yendo con la cabeza agachada, así que más nos vale que se encuentre pronto el Viagra económico o qué lástima de nosotros- y de nuestras mujeres.

* Periodista