Los datos sobre la ejecución presupuestaria ofrecidos ayer por el Gobierno revelan en toda su crudeza los límites de las políticas de ajuste del gasto. El déficit público de la Administración central hasta el pasado mes de mayo ha sido del 3,41 por ciento del Producto Interior Bruto, lo que supone un aumento del 30,6 por ciento en relación con el mismo periodo del año anterior. No obstante, hay que decir que a esa cifra negativa hay que aplicarle dos consideraciones importantes para evaluarla en su justa medida.

Dado que en el presente año del 2012 se han producido adelantos a otras administraciones públicas que no tuvieron lugar en el pasado año del 2011, el porcentaje real de déficit en términos homogéneos es del 2,38 por ciento, por debajo del 2,56 por ciento del año anterior.

TODAVIA SIN FRUTOS

También se debe considerar lo que dijo ayer la secretaria de Estado de Presupuestos y Gastos en el sentido de que aún no ha habido tiempo material para que todas las medidas adoptadas desde enero den sus frutos. Es de desear, como confía Marta Fernández Currás, economista y exconsejera de Hacienda de la Xunta de Galicia, que en el segundo semestre se conozcan resultados más esperanzadores.

Pero a pesar de los atenuantes, en el mejor de los casos el déficit público de los primeros cinco meses del año está muy lejos de la senda que permitirá cumplir los objetivos pactados con Bruselas: 3,5 por ciento para la Administración central y 1,8 por ciento para las autonómicas. De seguir al ritmo conocido ayer, el déficit central ya desbordará el compromiso global del 5,3 por ciento, dado que quedará en el 5,7 por ciento.

Pero lo más complicado no es eso, sino lo que apuntan las recaudaciones de los distintos impuestos, especialmente en este momento, cuando el Ejecutivo que preside Mariano Rajoy, ya sea por indicación externa o por propio convencimiento, ha llegado a la conclusión de que ahora no basta con recortar; hay que ingresar más, hay que subir impuestos.

LA ATONIA DEL CONSUMO

Los indirectos son los que más han caído en los cinco primeros meses del año, como ocurre con el IVA, al que la atonía del consumo de las familias ha afectado hasta recaudarse un 10,1 por ciento menos que en el mismo periodo del pasado año 2011.

Los impuestos especiales tampoco tuvieron una buena evolución, con un descenso del 2,8 por ciento. O sea, que los datos no respaldan los planes de subir el IVA para productos y servicios con los tipos reducidos del 4 por ciento y del 8 por ciento; y tampoco parecen animar a implantar el céntimo verde de los carburantes.