La comprometida situación económica de España, la falta de respuestas por parte de las autoridades comunitarias, el papel predominante de Alemania, las pésimas perspectivas de futuro y las constantes reclamaciones de nuevos sacrificios han erosionado el concepto de Europa en una parte importante de la ciudadanía española. Una percepción totalmente injusta. La entrada en 1986 en la entonces Comunidad Económica Europea han supuesto para nuestro país los años de mayores avances sociales, tecnológicos, científicos, culturales... y económicos. Sin Europa, España no sería la nación que hoy conocemos ni tendría las mejores autopistas ni la más sofisticada red de alta velocidad del viejo continente. Sin Europa, España no tendría la generación de jóvenes más formada de nuestra historia. Sin Europa, España no podría permitirse nuestro actual Estado de Bienestar. La salida de la crisis sigue pasando por Europa... para bien o para mal. Otra cosa es que los países miembros puedan y deban exigir a la UE una mayor implicación, celeridad y contundencia en la resolución de medidas para hacer frente a esta tremenda recesión. Pero el problema no es Europa, esta pesadilla se origina en España: desperdiciando los años de bonanza económica fomentando un modelo de crecimiento con fecha de caducidad, ocultando el déficit público, improvisando el rescate de Bankia, desacreditando al Banco de España... Hoy la salvación del país y la recuperación de Europa pasan por una verdadera unión fiscal y bancaria, así como por un mercado único real.