Con profunda alegría y sorpresa oí decir a Cayo Lara que no quería la monarquía pues, ¿y si el rey nos sale tonto?, nos lo tendríamos que comer con sopas. Y esa gran emoción me la produjo al retrotraerme a mi infancia y a José Antonio Primo de Rivera, que ya nadie se acuerda de él, ni lo nombran siquiera, y crecimos con su foto en las escuelas. En la pared, detrás del maestro, como si le saliera de la cabeza, el crucifijo, y a derecha e izquierda, Franco, el del bigote mosca (tal Chaplin cual Hitler según Umbral) y el de la brillantina, el marqués de Estella o el ausente. Desde mi pupitre veía que esos cuatro elementos, como jinetes del Apocalipsis, formaban una instalación como las de Buñuel, perfecta.

Los flechas llevábamos una camisa azul con el yugo y las flechas "que tú bordaste en rojo ayer". Y desfilábamos cantando: "Que no queremos / reyes idiotas / que no sepan gobernar", celebrando la liberación de la patria de las hordas marxistas (que no sabíamos lo que eran) e impidiendo que los rojos trajeran el anticristo que, según Pepito, eran las mujeres malas. Los mozos que no se iban a la División Azul eran mariquitas.

Siendo más mayor me contaron que la noche que sacaron a mi padre de casa para fusilarlo le dejó a mi madre un tremebundo encargo: "A mi hijo hazlo falangista --le dijo-- que él sabrá vengar mi muerte". Oyó el castañetear de los disparos hincada de rodillas rezando junto a mi cuna encomendándole a Dios su alma y jurando hacer de mí El Justiciero de Elia Kazan (el poder político está por encima del bien y del mal pudiendo determinar quién debe ser ajusticiado). Amanecía cuando llevaba diez rosarios y estuvo a punto de darle un infarto: mi padre había resucitado.

A mi padre no lo fusilaron; el jefe del pelotón pensó: ¿si mato a éste, quién atenderá el parto de mi mujer y le hará la autopsia a los otros? Y en el último momento gritó: ¡Al médico, que lo quiten del paredón! Se hicieron amigos y se lo confesó antes de echarse al monte pues ya venía Franco cantando "prietas las filas".

El destino que me conjuraron en la cuna no tuve que cumplirlo pues no hubo padre muerto al que vengar. Y andando los tiempos hicimos, como Laín Entralgo, "descargo de conciencia" y no fuimos jamás a velar las armas a José Antonio ante la cruz del pórtico de la catedral.

Cayo Lara ahora descubre y asume la filosofía de la falange fascista para repudiar a la monarquía. Cabría sin embargo una sutileza etimológica que los diferencia: la falange estaba contra los monarcas "idiotas", con minusvalía que lo inhabilitare, caso recogido en la Constitución (Art.59). Mientras que el jefe de Izquierda Unida habla de reyes "tontos", lo cual no necesariamente implica pérdida intelectual alguna (aunque Celia Villalobos cerró España llamando tontitos a los discapacitados), sino que incluso puede indicar la posesión de una inteligencia privilegiada: ¿será tonto que por estudiar un examen se perdió la feria?

Hay dos tontos y una idea que me fascinan: Tony Leblanc dando el timo de la estampita y Azarías el santo inocente de Delibes, tierno y trabajador que mima a la niña inválida y ahorca al señorito porque le mató a su milana bonita. Y escribir un diálogo, en el camarote de los hermanos Marx, entre un Soberano más imbécil que el Rey Lear , que divide su reino entre sus hijas y le dan la espantá dejándolo a dos velas, y un político constitucional que no conoce la Constitución.

Le tengo afecto a su Majestad. Cuando estudiantes nos pasamos una tarde hablando en Estoril. Me dijo que le habría gustado pertenecer a la Tuna. Pero entre la Academia Militar, la Marina, el Ejército del Aire, sacarse el carné para pilotar aviones, helicópteros y carros de combate... La formación castrense que le ha hecho no sólo ser respetado por los militares, por ser Jefe del Estado, sino correligionario por haber compartido letrinas y ranchos. Los idiomas, derecho, economía, historia, humanidades, protocolos, etcétera, no le dejaban tiempo para cantar Clavelitos . ¿Y toda esa formación --le dije-- para obligarse a desairar a prima Isabel II y cobrar lo que los diputados quieran? La respuesta me la dio D. Juan, su padre: es amor a España, sin más.

Conocemos desde que nacen lo "tontos" que son, si progresan en sánscrito y, ¡casualidad!, de qué pie cojean. Si don Felipe renunciara a la sucesión ¿cuánto dinero le ofrecería una multinacional sólo por su imagen? ¡Cuñaaaoo! Es un activo tangible. Un híbrido de institución secular y república aprobado por sufragio universal. La pirula más asombrosa y eficaz para hacer la transición auque se la inventara Franco.

En monedas acuñadas por Adriano, España está representada como una señora sentada con un conejo a sus pies. ¿Imaginan a Cayo troquelado en los euros con la coneja sobre las albarcas? Sí, y a Aznar o a Zapatero también, pero cada uno de ellos representaría al conejo o la coneja progresista, tradicionalista o mediopensionista. La corona es la metáfora de la Celtiberia Conejera juntita.

No obstante mi hija María prefiere a Melchor, Gaspar y Baltasar. D'accord .

*.Catedrático emérito de

Medicina. UCO