El Café Gijón, probablemente el café más famoso de España, va a ser declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por la Comunidad de Madrid, ciudad donde como todo el mundo sabe se alza tan renombrado establecimiento. Sin duda es una buena noticia, debida a una propuesta socialista en la Asamblea madrileña, que llega en el momento oportuno, justo cuando el país entero parece estar pendiente del futuro de la terraza del Gijón, toda una institución del Paseo de Recoletos cuya supervivencia está amenazada por la especulación y la crisis. Y es que el Gijón, además de ser un emblema de Madrid casi tan destacado como su vecina Cibeles, y tan mimado como la estatua de la diosa, es una especie de patrimonio nacional, un fenómeno sociológico y metaliterario que refleja buena parte de la historia de España.

A lo largo de sus 125 años --los cumplirá el que viene--, figuras como Federico García Lorca, el torero Ignacio Sánchez Mejías o la cupletista Celia Gámez han visto y se han dejado ver entre los veladores del exterior. Y en el interior, su atmósfera de café con leche y tarde ociosa de letraheridos, recreada una y otra vez en libros y películas, se caldeaba con las tertulias de Gerardo Diego, Francisco Umbral o Fernán Gómez, creador del premio de novela corta que lleva el nombre del local. Salvo Gala, que nunca lo ha pisado por parecerle un deporte exhibicionista alejado de su "ser íntimo", no ha existido figura de la cultura española sin su minuto de gloria en el Gijón.

En Córdoba no ha habido ejemplos comparables, pero sí cafés hoy recordados con nostalgia que sucumbieron ante la piqueta, como la cafetería La Perla, una pequeña joya modernista, o el Dunia, tan de moda en los cincuenta. Nadie se apiadó de ellos como Madrid de su Café Gijón.