Si Paloma Soler ya lo tenía claro antes de subir al escenario. En Eurovisión no prima la mejor voz, sino aprecios vecinales o el rendez-vous a los poderosos. Llegará el día en el que los mercados decidan hasta la Champions. El festival volvió a ser anoche el espejo de la realidad social europea. Tanto, que hasta la canción que nos representaba encajaba. Porque con todo lo que España le está entregando a los mercados sólo falta que Rajoy un día les diga "Quédate conmigo".