María de Nazaret tiene su propio y genuino nombre, con el que la nombra el evangelio de Lucas. Así de simple, María de Nazaret. Sin embargo, a lo largo de la historia ha recibido cantidad innumerable de nombres. Unas veces hacen alusión a un lugar geográfico: Virgen de Montserrat, Virgen de Lourdes, Virgen de Fátima, Virgen de Guadalupe. Otras veces hacen alusión a un suceso de su vida: Presentación, Visitación, Virgen de los Dolores. Otras veces hacen alusión a las asignaciones que la devoción de los fieles le han atribuido: Virgen de los Desamparados, Virgen Milagrosa, Reina de los Mártires, Virgen de los Remedios. La lista puede ser infinita. No creo que haya ninguno más original que el de la Blanca Paloma. Es éste el nombre que se la da a María de Nazaret en el Rocío.

Con perdón de todos los rocieros, tengo que decir que el nombre de la Blanca Paloma ha de ser considerado un desatino teológico. Responde a una asociación de imágenes que siguen una secuencia exclusivamente simbólica, sin la menor crítica lógica. La cadena simbólica comienza porque la romería, que se celebra en primavera, como todas las romerías, tiene lugar precisamente el día de Pentecostés, el día del Espíritu Santo. A partir de ahí se asocia al Espíritu Santo, no con una lengua de fuego tal como relatan los Hechos de los Apóstoles, sino con una paloma. La paloma es el símbolo del Espíritu Santo mencionado por el evangelio Marcos con ocasión del bautismo de Jesús en el Jordán. Y aunque Marcos no precisa el color de la paloma en cuestión, se le da el color de blanco posiblemente por alusión a la concepción inmaculada de María. El resultado de toda esta secuencia de símbolos es denominar a María de Nazaret con el nombre de la Blanca Paloma. Evidentemente hay más de imaginación que de teología en la conformación del nombre.

Pues aunque la secuencia simbólica, por la que se llega a esta original denominación, no resiste un análisis mínimamente crítico, la asociación de la persona de María de Nazaret con el Espíritu Santo tiene más rigor teológico que todas las demás apelaciones que hemos mencionado más arriba. Prescindiendo de la representación plástica adecuada que pueda hacerse del Espíritu Santo, si es mejor una llama de fuego o una paloma o cualquier otra, el fondo del asunto es lo importante: María de Nazaret fue una mujer movida en sus acciones, en sus decisiones, en sus preferencias, por el Espíritu Santo. Este es el sentido profundo del asunto. Cuando Jesús se ausenta, dice a los apóstoles que el Espíritu vendrá, que los acompañará, que los fortalecerá, que los guiará. El Espíritu es la presencia de Dios entre los hombres. Como el aire, como el viento, que nos envuelve, nos toca, que nos la da la vida al respirar, aunque no lo veamos, ni lo sujetemos con las manos, así está Dios en medio de nosotros. María de Nazaret vivió envuelta y penetrada de Dios, como vivió envuelta y penetrada por el aire.

Esta doble vertiente del nombre de la Blanca Paloma, la inconsecuencia lógica de la derivación del nombre, junto con la profundidad significativa del mismo, es justamente la característica más relevante de ese fenómeno multitudinario del Rocío. Cualquiera que se empeñe en hacer una definición académica del Rocío lo va a tener muy difícil. El Rocío es un hecho sumamente complejo. Originalmente es una romería, como miles de romerías hay en toda España. Romero viene de Roma. Eran romeros los que peregrinaban a la ciudad santa de Roma. Puesto que Roma está lejos, fue sustituida en muchos casos por otro santuario que pudiera hacer sus veces. Los que iban a ese santuario tomaron también el nombre de romeros, aunque no viajasen hasta Roma, sino a un santuario más cercano.

Este origen religioso se encarna en la vivencia mediterránea de la luz, la fiesta, la primavera. Todas romerías funden en la misma realidad la religión y la fiesta. A ciertas mentalidades puristas les puede parecer una mixtura inapropiada. Estiman que la religión ha de ser seria, penitencial. Son más partidarios del estilo de vida de Juan Bautista, que del de Jesús de Nazaret. ¿Quién ha podido averiguar que el oído de Dios es más apto al canto gregoriano que a las sevillanas rocieras?

*Profesor jesuita