Dónde están los intelectuales en este tiempo de crisis?", se pregunta la revista Vida Nueva . La pregunta vale la pena plantearla: ¿existen hoy los intelectuales o también ellos están en crisis? ¿Han desertado ante la impotencia de ejercer la función que históricamente se les había reservado? Desempleo, resignación, miedo, futuro incierto, dramáticas situaciones personales y familiares. En medio del temporal surge la necesidad de escuchar a un Gregorio Marañón, a un Miguel de Unamuno, a un Chesterton o a un Julián Marías. Ya recordarán ustedes aquel consejo que el filósofo español ofreció a los obispos para tiempos de crisis: "Hay que hacer tres cosas", les decía, "pensar, pensar, pensar". Y es que los intelectuales tienen la misión de ofrecernos las herramientas para pensar, la obligación de invitarnos a reflexionar y el deber de inculcarnos la necesidad de actuar. La revista escoge a una serie de intelectuales del momento y les pide que reflexionen sobre el silencio de los pensadores. Hay respuestas para todos los gustos. El filósofo Francesc Torralba nos habla su invisibilidad en los ámbitos donde verdaderamente se toman decisiones fundamentales para la comunidad humana. "Quizás no les oímos porque, en los medios, en la industria editorial, en la ventana digital hay demasiado ruido". Y Javier Gomá señala los principales destellos de la misión de los pensadores: "En una crisis, deberían ser capaces de mirar a largo plazo, señalar ideales, llamar a la responsabilidad, favorecer el consenso, propiciar la convivencia, practicar la moderación". En momentos de crisis, debe existir una voz autorizada, libre, independiente, formada y audaz que sea capaz y se decida a dirigirse a la sociedad, a la opinión pública, proclamando urgencias, medios, caminos nuevos y hojas de ruta para que el barco no se hunda en medio de tantas tempestades.

* Sacerdote y periodista