En la calurosa tarde del miércoles 16 de mayo saltaba la noticia: la profesora Martha Craven Nussbaum había sido elegida Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Posiblemente, muchos de los lectores de este periódico no habían oído nunca hablar de ella. Y esto es comprensible en el marco de una sociedad como la nuestra en la que lo que se valora son los personajes de oropel ligados a la prensa del corazón, al deporte profesional o a la corrupción económica. Es comprensible pero ello no justifica la ignorancia social de las personas que destacan en el mundo de las ciencias naturales o sociales y que destacan por crear pensamiento en una sociedad que parece que le incomoda pensar.

La doctora Martha Craven Nussbaum nació en la ciudad de Nueva York el 6 de mayo de 1947. Ha cumplido 65 años hace una semana. Su profesión es la de filósofa. Y dentro del vasto campo de la reflexión sobre el ser humano sus intereses se han centrado en la filosofía antigua, la filosofía política, la filosofía del derecho y la ética, las religiones y la autonomía de la mujer. Hija de George Craven, un abogado de Filadelfia, y de Betty Warren, ama de casa. Estudió teatro y lenguas clásicas en la Universidad de Nueva York dedicándose posteriormente a la reflexión filosófica. Contrajo matrimonio con Alan Nussbaum, del que se divorció en 1987.

Enseñó filosofía y letras clásicas en la Universidad de Harvard en los años setenta y a principios de los ochenta, antes de trasladarse a la Universidad de Brown. Uno de sus libros más influyentes, La fragilidad del bien: fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega (The Fragility of Goodness) , publicado en 1986, convirtió a Martha Nussbaum en una figura reconocida en el ámbito de las ciencias sociales. Posteriormente, la valía de su trabajo la hizo merecedora de títulos honoríficos en más de 25 instituciones.

Durante la década de los ochenta, Nussbaum comenzó un trabajo en colaboración con el economista indio Amarthya Sen (Premio Nobel de Economía en 1998) en temas relacionados con el desarrollo humano y la ética. En conjunto con Sen, promovió el concepto de "capacidades" (algo así como "derechos o libertades sustanciales" a todo ser humano). "Capacidades" tales como la posibilidad de vivir una larga vida, la de llevar a cabo transacciones económicas, o la participación en actividades políticas.

Estas "capacidades" son partes constitutivas del desarrollo, y por ello, la pobreza se entiende como una privación (o un despojo) de dichas "capacidades". Esto contrasta sobremanera con los acercamientos teóricos que se habían hecho sobre la filosofía del desarrollo humano y social hasta ese momento.

Desconocemos hasta el momento el contenido del texto por el que el jurado de los Premios Príncipe de Asturias la considera merecedora de este galardón. Pero sí deseo destacar aquí dos aspectos relevantes: su defensa de los derechos de la mujer y las reflexiones sobre la religión. En uno de sus últimos libros (no traducido al castellano) y publicado en 2000: Mujer y desarrollo humano: aproximación a las capacidades (Universidad de Cambridge), aborda la reflexión intercultural de la mujer en el Tercer Mundo dentro del contexto del Islam. Como estudiosa de la religión orientada antropológicamente hace esfuerzos para integrar las nociones universales de justicia en las vidas concretas de las mujeres pobres. La pregunta que late en el fondo de este trabajo es esta: la religión, ¿es una buena o una mala noticia para las mujeres, y en especial para las de los países pobres de religiones no cristianas? En una entrevista publicada en 2007 afirma tajantemente que el Islam es perfectamente compatible con los derechos de las mujeres. Tal vez sus reflexiones rompen muchos de los mitos que desde Occidente se han construido para justificar demasiadas cosas.

Uno aprende en el curso del libro de la forma en que la profunda experiencia de la India de la autora, tanto etnográfica como fenomenológicamente, ha influido en su pensamiento. Si bien hay muchos aspectos de este libro que son rompedores, tal vez sus reflexiones sobre las tensiones entre la religión y la autodeterminación cultural y la desigualdad de género pueden resultar clarificadoras.

En los próximos meses, Martha Nussbaum se hará visible en los medios de comunicación. Pero posiblemente la marea mediática la dejará aparcada en la orilla de nuestra sociedad de consumo.

* Filósofo y teólogo