Florentino Pérez, presidente del Grupo ACS (Actividades de Construcción y Servicios, SA), recibió en el 2011 una suma total de seis millones de euros. Exactamente 157 veces más que la remuneración media de sus empleados.

Felipe Benjumea, presidente de Abengoa, cobró una cantidad 176 veces superior que la retribución media de sus trabajadores.

Sus casos no son una excepción. En estos años de crisis, la brecha salarial entre los altos ejecutivos y los empleados ha seguido ahondándose. Legal, pero obsceno en un país al borde de los seis millones de parados e insensato para muchas compañías que no han generado beneficios afines para sus accionistas.

La desigualdad entre una casta de privilegiados y el resto de la población sigue formando parte del ADN de la humanidad. En los países dictatoriales, las prebendas se arrancan con las armas y el terror.

En las democracias, con el amparo de una red legal que los poderosos saben adaptar a sus intereses. Una trama que ha permitido a Bankia y otros moverse libremente en el laberinto del tocho, enriquecer a sus directivos y, a la vez, hundir a la economía española. Por no detenernos en los procesos contra potentados que suelen ser cerrados a su favor gracias a una justicia especialmente benevolente (en caso contrario, siempre queda el Gobierno para dictar una oportuna amnistía).

Eso sí, Laura Gómez, la sindicalista que quemó unos papeles frente a la bolsa sigue en la cárcel desde el 24 de abril.H

* Periodista