Grecia apura las horas para encontrar un Gobierno, que cuente con el apoyo de la mayoría del Parlamento --muy fragmentado-- surgido de las elecciones del pasado domingo. Pero Grecia no puede mantener los tiempos que, antes de la crisis, se tomaban los países en los que las urnas no arrojaban un claro vencedor. Desde hace unos días, se ha levantado la veda a la salida del país del euro, expresada por el norteamericano Paul Krugman y por la revista Der Spiegel , el medio de comunicación más influyente de Alemania.

Hoy, Grecia debe devolver 435 millones del pago de intereses de su deuda y solo dispone de liquidez hasta mitad de junio. Su inestabilidad contagia a Europa por lo que las presiones para forjar ya un Ejecutivo son fuertes. En esta encrucijada, el presidente griego, Karolo Papulias, explora la vía italiana, la de un Ejecutivo tecnócrata que estaría por encima de las divergencias de los partidos y, con ello, frenaría la imagen de un país que camina de nuevo a las urnas tras mostrar su incapacidad de acuerdo y, por lo tanto, de la unidad necesaria ante los compromisos adquiridos con el exterior.

La mayoría de griegos y de partidos no contemplan la salida del euro como la solución a los problemas expresados en las urnas. Tal vez la solución pasa por ese Ejecutivo de tecnócratas que pueda flexibilizar las exigencias europeas y, a la vez, hacer cumplir a Grecia aquellos preceptos imprescindibles para seguir en el club del euro.