El poder político se define por tener capacidad de tomar decisiones, de controlar el poder legislativo y de influir en los poderes económicos y judiciales.

En la medida en que el ámbito de las administraciones es menor, disminuye la capacidad de ese poder, más aún si se depende de las decisiones que se toman desde el Gobierno de España o desde la Unión Europea.

Por tanto, el peso político que pueda tener una provincia en la composición de un gobierno regional, sujeto al mandato de aplicar salvajes medidas de ajuste presupuestario, es prácticamente irrelevante.

Esto no significa en modo alguno que desde el Ejecutivo andaluz no se puedan, y se deban, hacer políticas que, desde el escaso margen de maniobra, permitan plantear una alternativa a las exigencias de los Rajoy-Merkel.

Así lo hemos manifestado la mayoría de los andaluces en las últimas elecciones.

Si nos atenemos a los componentes del Gobierno, en su aspecto cuantitativo, Córdoba aporta dos consejeros, mientras que otras provincias no tienen representación.

En principio eso puede interpretarse como que la provincia "gana peso político". ¿Se va a traducir eso en que los cordobeses vamos a salir más beneficiados que los gaditanos o los almerienses de las políticas que haga la Junta?

Porque en eso se traduce tener "peso político", lo demás pertenece al orgullo y al honor, pero en estos tiempos predomina de forma absoluta el primum vivere, deinde philosophare , es decir, poder llegar a fin de mes.

Siempre he pensado que deben gobernar los más capacitados, los que mejor defienden el proyecto político, pensando que se gobierna, en este caso, para el conjunto de Andalucía y de todos los andaluces.

Tener en cuenta otros conceptos como los territorios, las familias y las lealtades nos llevan muchas veces a la ineficacia y al desencanto de los ciudadanos. Pensar que un consejero puede beneficiar más a su provincia que a las demás es una vieja herencia del caciquismo, por desgracia aún vigente.

En estos momentos difíciles, en que lo estamos pasando tan mal, lo que necesitamos los cordobeses es que haya una estrecha colaboración entre la Junta y el Ayuntamiento, eso sí que nos beneficiaría.

Un repaso a nuestra historia reciente nos demuestra que cuando se ha producido esa colaboración, Córdoba ha salido ganando y ha podido sacar adelante proyectos estratégicos de gran importancia para la ciudad y la provincia y poco importaba de dónde fuese el ministro o el consejero.

Seguir las consignas del partido por encima del interés ciudadano es un grave error que conduce a la inoperancia y a la desesperación ciudadana.

* Exalcalde de Córdoba