A quienes deseen alcanzar la suprema sabiduría, que consiste en no entender nada de nada, les proponemos un ejercicio práctico. En primer lugar, visiten el pabellón de Cajasur en el polígono industrial donde quieren situar el Centro de Congresos, para cerciorarse de que el hotel más cercano se halla a 3.187 metros, que reconvertir la nave en sitio para amplias convenciones es emprender obras de nueva planta y que, efectivamente, pueden caber 800 aparcamientos en el predio.

Después de esta visita, que debe hacerse conociendo que la entidad propietaria del espacio, obtendrá, aproximadamente, 1.300 millones de las extinguidas pesetas en acciones de la sociedad mixta que edificará y explotará el Pabellón proyectado, vayan a la Arruzafilla para comprobar, sobre el terreno, que existe un solar inmenso, donde suelen instalar circos ambulantes, de propiedad pública --o sea, sin tener que comprar nada a nadie--, con dos grandes hoteles en las inmediaciones, en el que cabrían varios centros de Congresos con miles de aparcamientos para automóviles, buses e incluso helicópteros. Si, concluidas ambas visitas, no se indignan, tras hacer la comparación que estamos proponiendo, o son ustedes, queridos lectores, unos discretos "senequistas" o gentes que, como yo, nos consolamos sabiendo que, hace muchos siglos, el poeta Ovidio aseguró, poniéndolo en boca de Medea, que resulta muy común en la humanidad ver y aprobar lo mejor, pero hacer lo peor --en latín queda más bonito: Video meliora proboque, deteriora sequor .

Sinrazón que solo pueden explicar los intereses creados y sobre la que nos gustaría saber si los empresarios que asistieron al paripé que bendijo llevar los congresos al polígono industrial conocían los datos que vamos sabiendo con cuenta gotas y, antes de aclamar la idea, estudiaron otras opciones.

* Escritor