Esta reforma en poco tiempo elevará el número de desempleados a 6 millones. Pero no hacerla es la quiebra. La esperanza del plan es que las empresas descansen de sus altas obligaciones, se reestructuren y resurjan y el paro empiece a bajar, calculo que en 3 años... de locura social. Pudiera ser que la reforma sea hambre para hoy y pan para mañana pero no hacerla es hambre para siempre. El buen político es el que legisla el futuro y el buen presente lo tuvo que saber administrar el político pasado. Esa es la única manera de que la realidad no adelante a la política: esta reforma se debería haber hecho no en le época de Zapatero sino en la de Aznar, precisamente cuando había casi pleno empleo (¿quién iba a protestar sin estar parado y sin vistas de estarlo?) y esta crisis anunciada que se avecinaba se hubiera recibido con el trabajo hecho. Y lo peor sería que la reforma signifique un sacrificio vano porque aquí ya se produce poco y por tanto las empresas pueden transformarse en mostradores del nuevo rey del mundo. Sin embargo hay una posibilidad para la felicidad: que mientras nos recuperamos se garanticen gratis los servicios mínimos como la luz, el agua, el combustible, el pan, el transporte urbano, etcétera, sin tener que acudir a aquel comunismo que fue una estafa dictatorial desenmascarada y vencida por los pueblos. Y es por ello que el esfuerzo debe ir en pos de la fusión nuclear, una energía limpia, barata e inagotable que calmaría la desesperación y evitaría la anarquía y las manifestaciones violentas al cubrirse desde lo público las necesidades primarias de la gente.

*Abogado